El municipalismo sometido a los negocios

Las elecciones municipales aparecen en el escenario político muy próximo como un mero elemento del tablero político general del régimen del 78 y los intereses de los partidos dinásticos y adheridos, con el telón de fondo de los servicios públicos puestos en venta. Lejos del carácter de gobiernos más próximos a la ciudadanía y como instrumento de su autogobierno los ayuntamientos se convierten en una especie de elecciones “primarias” de las elecciones generales, sujetos al mando de las comunidades autónomas, que incumpliendo el mandato constitucional vigente, incluso, tratan de controlarlos y mediatizarlos.

Los ayuntamientos se han convertido en una fuente de financiación de los partidos estatales de todo el arco parlamentario y les hacen el trabajo sucio. Contratos de servicios privatizados, agua, basura, casas de protección de víctimas o de actividades culturales y deportivas se convierten en fuentes de financiación de intereses ya sean autonómicos o centrales externos. 

Ya nadie habla de primarias o de sistemas electivos y/o de selección democráticos. Surgen muy pocas candidaturas desde abajo. Para afianzar todo lo anteriormente escrito, hacen falta alcaldes, alcaldesas y concejalas y concejales controlados y fieles, no a ideas, sino a intereses. Como en todo hay excepciones, pero esa es la regla general.

Los ayuntamientos se han convertido en una fuente de financiación de los partidos estatales de todo el arco parlamentario y les hacen el trabajo sucio

Pero para mayor desgracia avanza entre los vecindarios la anti política, siendo un anzuelo en el que vecinas y vecinos reivindicativos tropiezan o pican. Cuando surgen movimientos reivindicativos y protestas lo primero que se dice es que esto no es político, no queremos saber nada de política, haciendo sin saber, el juego a los políticos y políticas profesionales, muchas y muchos de los cuales son solo eso, profesionales que no políticos. Si las y los ciudadanos que exigen y plantean mejoras, denuncian la corrupción o el abandono no hacen política, se la hacen los “del oficio” y no quienes representan el sentir de la protesta o la mejora. La política más noble es la que trata de construir, levantar, crear, proteger y no la de carrera. La que surge de la necesidad de resolver los intereses justos y legítimos de la mayoría, de las clases trabajadoras y populares. Mientras tanto, gracias a salvar los empleos de unos cuantos se asegura el negocio de las grandes empresas multinacionales y los bancos que se enriqueces a costa de los ayuntamientos y sus arcas públicas o terrenos públicos acabando con la autonomía local.

::Pasa en Carabanchel::

El territorio pasa a ser negocio de fondos de inversión, acaparadores de tierras, grandes empresas energéticas del capitalismo verde o fondos buitres

Desde los aparatos centrales de los partidos se negocia, se reparte, se imparte la consigna de privatizar o el escandaloso y turbulento invento de la gestión público-privada. Demasiados ediles y alcaldías ejecutan los negocios planificados en Madrid y/o en la capital autonómica correspondiente. También se dejan morir los pueblos en función de otros intereses, cerrando centros médicos, la seguridad ciudadana, entidades bancarias y enseñanza pública y poco a poco el rural se muere o los barrios se degradan, las mafias e incluso los nuevos cuatreros se apoderan del territorio y ello permite destinar la tierra no a producir y garantizar la soberanía alimentaria. En lugar de eso, el territorio pasa a ser negocio de fondos de inversión, acaparadores de tierras, grandes empresas energéticas del capitalismo verde o fondos buitres que se quedan con viviendas sociales de las barridas o expulsan a la población de los centros en beneficio de los negocios turísticos multinacionales. 

Es por todo ello imprescindible volver a luchar por la autonomía local, por el gobierno local, por la democracia local, (lo cual necesita para ser garantizado de un cambio constituyente), e invitar a todas y todos a hacer política porque esa será la única manera de recuperar el destino de los pueblos y ciudades volviendo a manos de sus habitantes y de buscarnos nuestro futuro y no el de los carroñeros de todo pelaje y condición que se han apoderado de nuestras ciudades, nuestros centros históricos, nuestros pueblos, nuestros barrios, nuestras aldeas y cortijadas, parroquias y concejos y de la nueva casta profesional plena de incapaces. Devolviendo de esta manera la dignidad y la política honrada al ámbito municipal. 

Fuente: Carlos Martínez García nuevatribuna.es

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