El derecho a ser cuidados dignamente

La necesaria igualdad sigue estando lejos para las mujeres, porque seguimos cargando con dobles jornadas de trabajo

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La falta de corresponsabilidad sigue siendo el motivo de que muchas mujeres accedan a jornadas parciales, una modalidad de contratación que en España hasta el 70 % es asumida por mujeres. Sigue siendo el motivo de que se sigan asumiendo excedencias que interrumpen nuestras carreras profesionales. Mientras las mujeres cuidan los hombres se forman.

La feminización de las jornadas a tiempo parcial y  la falta de corresponsabilidad explican la brecha salarial de género del 18,6 % que aún existe en nuestro país.

La falta de corresponsabilidad en el trabajo de cuidados consolida la desigualdad de género. Porque es tiempo que las mujeres dejamos de dedicar a nuestra formación y que nos imposibilita incorporarnos al mercado laboral con jornadas completas, repercutiendo en nuestras carreras profesionales, de manera que se agudiza la brecha salarial y de las pensiones. Un trabajo de cuidados que cuando se mercantiliza se hace a cambio de bajos salarios y condiciones precarias que en general asumen las mujeres migrantes.

En la anterior legislatura hubo avances, pero insuficientes. Es necesario y urgente un cambio de paradigma para aspirar a un modelo socio-económico que ponga en el centro los cuidados de la vida.

El gobierno debe dar la máxima prioridad a construir un sistema de cuidados público y universal, para que los cuidados sean un derecho y no un servicio

Debe ser máxima prioridad en la agenda política del actual gobierno construir un sistema de cuidados público y universal, convertir lo que ahora es un servicio en un derecho.

El trabajo de cuidados debe tener el reconocimiento que merece, cuidar la vida de la infancia más pequeña, de la gente más mayor o las personas que tienen diversidad funcional debe pasar a primer nivel de valoración en la sociedad. Se debe superar esa naturalización que hace que el trabajo de cuidados siga recayendo en las mujeres de manera invisible y gratuita. Que la responsabilidad de este trabajo sea compartida y asumida por hombres, mujeres, las empresas  y las administraciones.

Debemos hablar del derecho a ser cuidados dignamente, un derecho que sea adquirido y garantizado con nuestros impuestos y dejar de considerar los cuidados como un servicio que solo pueden tener aquellas personas que están en situaciones de vulnerabilidad extrema y de manera insuficiente o quienes se lo pueden costear porque tienen recursos para ello. Está claro que el derecho al cuidado es una cuestión de género pero también de clase.

Sin corresponsabilidad en el trabajo de cuidados es difícil avanzar hacia la igualdad real entre hombres y mujeres.

En este mundo de guerras,  las feministas  defendemos  una  economía basada en los cuidados de la vida y confrontamos con aquellas fuerzas políticas de la derecha y la extrema derecha que defienden una economía de guerra que no respeta la vida, ni la humana, ni la animal, ni la de la naturaleza. Al contrario, siguen una carrera de máxima velocidad hacia la destrucción del planeta continuando la lógica que impone el sistema capitalista.

Las feministas aspiramos a  un modelo de país que sea feminista y defienda la paz en contra de las guerras, que invierta en los cuidados de la vida, en la salud, la educación y en la igualdad. Que por contra no se invierta en el rearme, el militarismo, ni en financiar y mantener las guerras.

La feminización de la pobreza se acentúa por las guerras porque se invierte en armamento y se olvida la inversión social, la que necesitamos especialmente las mujeres al ser las más precarias. Porque aumentan las mujeres migrantes que huyen de los conflictos para después ser explotadas laboralmente o explotadas como víctimas de redes de trata.  Por lo que no se puede hablar de avances si no hay paz.

Por ello urge frenar en España el avance reaccionario de los gobiernos autonómicos dirigidos por la alianza PP y VOX y también el avance de los gobiernos fascistas en Europa, para impedir el adelanto  de la extrema derecha en el Parlamento Europeo.

Porque ellos, los señores de la guerra, nos quieren explotadas en casa y en el trabajo. Ellos nos quieren desprotegidas de todas las violencias machistas desde la domestica, a las sexuales y el feminicidio. Nos quieren sin derechos fundamentales como el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, nuestra maternidad nuestra sexualidad o nuestra orientación sexual e identidad de género. Nos quieren esclavas y a su servicio sexual y reproductivo.

El trabajo de cuidados debe ser reconocido y corresponsabilizado, para que las mujeres trabajadoras dejemos de ser doblemente explotadas

Mientras que las feministas reivindicamos que el trabajo de cuidados debe ser reconocido y corresponsabilizado, para que las mujeres trabajadoras dejemos de ser doblemente explotadas.

Reivindicamos el reconocimiento del trabajo de cuidados y que en los Estados europeos, los gobiernos desarrollen acciones políticas que favorezcan la corresponsabilidad de los cuidados entre los hombres, las mujeres y las empresas, además de impulsar sistemas públicos universales de cuidados.

La feminización de la pobreza es un indicativo de la desigualdad que sufrimos la mitad de la población, las mujeres. Por ello es fundamental garantizar el acceso a los servicios públicos universales de sanidad y educación y el acceso a los bienes naturales a todas las personas en igualdad y eliminar la pobreza energética que sufren especialmente las personas que viven en hogares con baja intensidad laboral, entre los que predominan las mujeres mayores solas o las mujeres con menores a su cargo.

Sin  paz no hay derechos

La paz es necesaria para garantizar los derechos humanos fundamentales y reafirmar los derechos humanos de las mujeres.

Tanto las guerras económicas —con las que se pretende asfixiar a los pueblos a través de bloqueos y sanciones—, como las guerras bélicas y de exterminio, tienen un patrocinador común, el imperialismo profundamente patriarcal de EE. UU. con el apoyo de sus satélites europeos. En ambas situaciones los derechos de las mujeres no se respetan y se invisibilizan.

Este 8 de marzo vamos a volver a salir todas a la calle porque queremos un país feminista, porque queremos una Europa feminista y un mundo feminista en el que se defiendan los derechos humanos de todas las mujeres, se acabe con la feminización de la pobreza y se imponga el desarrollo de sistemas públicos de cuidados universales frente a la financiación de las guerras.

Las feministas queremos un mundo en paz y este 8 de marzo será ola de solidaridad con las mujeres palestinas

Las feministas queremos un mundo en paz y este 8 de marzo será enmarcado por una ola de solidaridad feminista con las mujeres palestinas. Este 8 de marzo gritaremos bien fuerte y bien alto ¡basta ya! al genocidio que está haciendo Israel al pueblo palestino  donde las mujeres y la infancia son el 70 % de las víctimas mortales.

Fuente: Cristina Simó Alcaraz – Secretaria Área de Feminismo del PCE – en mundoobrero.es

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