Existe una creciente abstención que muchos estudios demoscópicos vinculan con la desafección o enfado de la gente de izquierdas. Repasamos las opciones de voto protesta que existen teniendo en cuenta el funcionamiento del sistema electoral español
En los últimos tiempos numerosos estudios demoscópicos señalan como la abstención, que sigue creciendo en el Estado español, está siendo vinculada a un supuesto enfado o desafección de las personas que votan izquierdas. Hemos pasado del 26, 8% de abstención en diciembre de 2015, momento de mayor participación electoral tras las generales de 1982, hasta el 33,8% de las últimas elecciones al Congreso de 2019. Lo que supone un crecimiento de siete puntos en apenas cuatro años y que seguramente tengamos que agradecer al PSOE y a sus repeticiones electorales para poder dormir tranquilos en Moncloa. Pero el propósito de este texto no es analizar el porqué de ese crecimiento en el número de abstencionistas, donde seguramente tengamos que hacer mucha crítica, desde la izquierda institucional hasta la izquierda más punki. Vamos… la llamada nueva política seguro. La intención de este texto es aclarar las opciones de protestar con el voto teniendo en cuenta el sistema electoral del Estado, con la famosa Ley d’Hont, que se caracteriza por fomentar la estabilidad sobre la proporcionalidad. Considerando estabilidad una menor pluralidad en el parlamento, para favorecer la creación de mayorías más fuertes.
Como ya es sabido la circunscripción electoral es la provincia. Para obtener representación en el parlamento español los grupos políticos tienen que superar el umbral mínimo del 3% de los votos válidos emitidos en cada provincia para poder optar al reparto de escaños. Es decir, la llamada barrera electoral es el porcentaje mínimo de votos válidos que tiene que obtener un partido para tener representación, con independencia del coste en votos de cada escaño para la circunscripción. Dicho de otra manera, se trata del porcentaje mínimo de votos recibidos sobre el total de votos válidos emitidos para participar en el reparto de escaños de cada provincia.
Por otro lado, existen tres formas de participación por medio del voto: voto a candidatura, el voto en blanco y el voto nulo. Estas posibilidades podemos dividirlas a su vez en dos opciones diferentes en cuanto a su influencia en el resultado, pues hay que tener en cuenta los votos válidos y los votos emitidos, que no es lo mismo. Los votos emitidos son todos (a candidatura, blanco y nulo) pero los votos válidos, y que por tanto cuentan para el reparto de escaños, son solo a candidatura y blanco. Cada vez más gente vota en blanco, bien por indecisión, bien por protesta: “es una manera de decir que ninguno me sirve” o “que son todos iguales” son argumentos que podemos leer en redes o escucharlos en conversaciones con nuestro entorno cuando alguien nos dice que vota en blanco.
En los últimos tiempo se está señalando que gran parte de la abstención proviene de un sector del electorado de izquierdas desencantado con la política. No pretende este texto entrar a analizar si esto es así y sus motivos, tan sólo pretendo aclarar que si la intención de la persona abstencionista es protestar contra el sistema o mostrar su desacuerdo no creo que sea el mejor camino. Aunque analizando el sistema electoral y el mencionado umbral del 3% de los votos válidos emitidos, se puede llegar a la conclusión de que una baja participación facilita a los partidos minoritarios superar la barrera electoral, la realidad nos demuestra que la abstención suele traducirse en más derechas en los gobiernos y no consigue boicotear el sistema.
Trump ganó en 2016 con solo un 55% de participación, o sin irnos tan lejos, el pasado 28M en las elecciones municipales 104 municipios del Estado tuvieron más del 50% de abstención. Los gobiernos fueron conformados
Existen múltiples evidencias que con porcentajes muy elevados de abstención la democracia queda legitimada y continúa la rueda que se pretende parar -Trump ganó en 2016 con solo un 55% de participación- o sin irnos tan lejos, el pasado 28M en las elecciones municipales 104 municipios del Estado tuvieron más del 50% de abstención. En todos ellos ya han se han conformado los gobiernos municipales y la ciudadanía tendrá que seguir padeciendo sus políticas, por muy al margen que uno quiera estar del sistema.
En cuanto al voto en blanco como forma de protesta, aun es menos efectiva, pues además favorece al bipartidismo que nos gobierna desde el 1978. Pues al ser considerado voto válido, forma parte del conjunto de números que determina la barrera electoral. Es decir, el aumento de la barrera electoral eleva el listón de votos -el número de votos válidos- necesarios para que un partido político pueda acceder a la fase de reparto de escaños. Por tanto, favorece proporcionalmente a todos aquellos que superen la barrera electoral. Es decir, favorece más al partido mayoritario, en realidad el voto en blanco apuntala al ganador, lo refuerza, no puede ser considerado un voto de protesta. Pues no define opción política e influye en el sistema de reparto favoreciendo a los partidos mayoritarios.
Abstenerse cuando la extrema derecha amenaza con tener aun más representación en las instituciones que nos gobiernan no es una opción
Por el contrario, el voto nulo -que a diferencia de la abstención sí evidencia interés político- no participa en el sistema de reparto. Es considerado voto emitido, pero no válido, por lo que no forma parte del conjunto de números que determina la barrera electoral y no afecta al umbral del 3% necesario para obtener representación. Podría decirse que si lo que se pretende es realizar un voto protesta, una buena opción sería organizar un voto nulo masivo – sí, las cosas no se cambian solas, hay que juntarse y organizarse- que muestre de manera evidente nuestro descontento. Aunque me temo que el sistema seguiría girando, pero al menos sería más efectivo que la simple abstención o el voto en blanco que favorece al PP-PSOE. Por si no queda claro, yo voy a votar y hasta ya sé a quien. También sé que podemos hacer política lejos de las instituciones y que tenemos que seguir construyendo alternativas desde las bases sociales. Abstenerse cuando la extrema derecha amenaza con tener aun más representación en las instituciones que nos gobiernan no es una opción.
Fuente: Xabi Lombardero en elsaltodiario.com