La inagotable potencia de la República española
Quienes trataron de borrar su huella, hicieron de ella un anhelo eterno, una idea inmune al paso del tiempo
Hoy 14 de abril, día en que se celebra su aniversario, la República española sigue tan presente en el inconsciente colectivo de nuestro país como el día en que fue proclamada por segunda vez, hace ya 92 años. Pese al tiempo transcurrido desde entonces, la capacidad del ideal republicano para interpelar a la sociedad española permanece intacta. Los nombres, formas y colores pueden haber cambiado, su papel dentro del imaginario político no. Para quienes creemos que la transformación democrática de la sociedad es la vía adecuada para mejorar las condiciones de vida y garantizar los derechos de la ciudadanía, el proyecto republicano continúa siendo un poderoso referente, una meta irrenunciable, la esperanza de un futuro mejor.
Al igual que Claudia, esa niña centenaria que no podía crecer, interpretada por Kirsten Dunst en Entrevista con el vampiro, la hija predilecta de Sócrates y Platón permanece, en su versión patria, eternamente joven. Aparenta apenas 8 años, los únicos en que pudo desarrollarse antes de que su imagen y espíritu quedaran congelados en el tiempo por obra y gracia de la reacción. Pero, quienes trataron de acabar con su vigencia, de borrar su huella, también hicieron de ella un anhelo eterno, una idea inmune al paso del tiempo, un lugar donde buscar respuestas sobre cual debe ser el siguiente paso en la consolidación de nuestro Estado de Derecho.
A diferencia de lo que ocurre con nuestros vecinos europeos como Portugal, Francia o Italia, donde la tradición republicana constituye simple y llanamente la base fundamental de su identidad nacional -un fetiche histórico al que venerar por lo bueno sucedido y también culpabilizar de los defectos locales-, en España la Republica es, sobre todo, potencia. La potencia viva e incólume de aquello que germinó y comenzó a ser, pero no ha podido tomar aun otra forma que la de los tiernos años de infancia, unos años donde se es más futuro que presente.
Nuestra idea de República, a diferencia también de otras de aspecto más envejecido que hoy dominan el mundo -como la República de los Estados Unidos de América o la República Popular China-, se muestra cargada de mañana y no de ayer. Desprovista en su haber de gloriosas hazañas históricas o épicas gestas bélicas cosechadas durante siglos, como ocurre con sus hermanas mayores, está hecha de conquistas sociales por culminar y avances civilizatorios inconclusos, lo que la convierte en el escaparate de aquello que podemos llegar a ser como Estado y como sociedad, de todo lo que podemos conseguir colectivamente.
Así, la República encarna el potencial democrático de nuestro pueblo, porque ofrece la posibilidad de decidir en conjunto sobre aquello que hoy nos está vetado decidir. Es también potencia de libertad, dado que como nos enseñó George Washington, toda andadura republicana parte siempre de un acto emancipatorio, ya sea respecto de la metrópolis, del despotismo de las clases dirigentes o del yugo del pasado. Se muestra además capaz de regenerar la degradada legitimidad del tejido institucional representativo, al devolver a la ciudadanía el lugar central que le corresponde. Supone una oportunidad para reducir la insoportable desigualdad generada por nuestro modelo productivo, pues tal y como se encargó de señalar Camille Desmoulins, la solidaridad es parte de su ADN. Y constituye, además, una solución potencial al carácter plurinacional del Estado, en la medida que invierte el sentido en que fluye la soberanía.
La República española es, en esencia, la viva imagen de un mejor porvenir como sociedad y Estado. Una imagen que, por halagüeña, resulta aborrecible para quienes se sirven del miedo y el desaliento como herramienta de dominación. Una imagen que contrasta, por su nitidez y color, con el paisaje difuso y gris que interesadamente se nos presenta hoy a modo de único futuro posible. Una imagen que nos muestra y recuerda cómo es posible construir un sujeto político colectivo más libre, plural, justo y solidario de aquel que hoy tenemos, cómo el mañana puede ser un lugar más deseable que el que ya habitamos.
Aristóteles identifica en su metafísica la potencia con el concepto de movimiento, que define como “el acto imperfecto de lo que está en potencia en tanto está en potencia”. La República es en España, tras casi un siglo de su nacimiento, ese motor del cambio, esa posibilidad inagotable que, como toda potencia, tiende a concretarse en acto modificando la realidad a su paso. Por eso resulta a la vez temida y odiada por quienes quieren que nada cambie, por los que han hecho del inmovilismo su bandera. La República es, ante todo, fuente de futuro y esperanza. Es potencia, utopía y realidad.
Fuente: Juan Manuel Alcoceba, Profesor de Derecho de la Universidad Carlos III en mundoobrero.es
Construimos República desde lo cercano
Frente a la decadencia y el pasado, el progreso y el futuro mediante una alternativa constituyente republicana
Izquierda Unida hace público como cada año su Manifiesto en el Aniversario de la Segunda República en el que, entre otras cuestiones, defiende este modelo de Estado «como la única alternativa posible para la clase trabajadora en la que los problemas, anhelos y demandas de la ciudadanía se pongan en el centro del debate público; frente a la decadencia y el pasado, el progreso y el futuro mediante una alternativa constituyente republicana que sea capaz de afrontar los retos y necesidades actuales».
Este 14 de Abril conmemoramos el 92 aniversario de la Segunda República, una fecha clave en nuestra historia para todas las personas comprometidas con la democracia, la igualdad y la libertad en nuestro país. Además de rendir homenaje a las personas que contribuyeron con su lucha a lo mejor de nuestro acervo democrático, queremos hacer un llamamiento a redoblar la defensa de los valores republicanos. Después de casi 100 años, siguen siendo sinónimo de futuro y progreso.
La República es sinónimo de progreso frente a una institución arcaica, corrupta y antidemocrática como es la Monarquía, que carece de legitimidad ya en su propia esencia: desde su condición hereditaria hasta el principio de inviolabilidad que la convierte en una institución impune. Este es el ADN de la Monarquía. Aunque traten de limpiar su imagen, siempre será una institución que carece de legitimidad, que no fue elegida por la ciudadanía. La Monarquía es un lastre para la democracia real, por lo que desde Izquierda Unida planteamos un proceso de profundización democrática, un proceso constituyente que abra, entre otros, el debate sobre la organización territorial y la jefatura de Estado.
Ante la crisis territorial vemos que las derechas proponen retroceder hacia un Estado más centralista y autoritario. La solución pasa, por el contrario, por más democracia. Por eso, Izquierda Unida propone un Estado que permita articular la pluralidad de identidades bajo un mismo proyecto en el que se reconozca la diversidad de un Estado plurinacional como el nuestro, no reduciéndolo a una mera unión de naciones, sino también a un proyecto de convivencia compartida.
Frente a la Monarquía, con su vieja forma de hacer política mediante los enchufismos, las corruptelas y los nexos con las oligarquías económicas, defendemos una nueva forma de hacerla basada en la transparencia y en la defensa de lo público. En definitiva, defendemos la República como la única alternativa posible para la clase trabajadora en la que los problemas, anhelos y demandas de la ciudadanía se pongan en el centro del debate público; frente a la decadencia y el pasado, el progreso y el futuro mediante una alternativa constituyente republicana que sea capaz de afrontar los retos y necesidades actuales de la clase trabajadora y los sectores populares.
Dentro de poco más de un mes se celebrarán las elecciones municipales y autonómicas, y más adelante las generales. Están en disputa dos modelos de futuro de nuestro país, uno de corte reaccionario, que apuesta por más centralismo, desigualdad, desmantelamiento de los servicios públicos y retrocesos, y otro modelo centrado en el bien común, que apuesta por más progreso y más derechos para todos y todas.
Desde Izquierda Unida seguimos trabajando por un país más justo, democrático y fraterno, esto es, por una República Federal y Solidaria que dé respuesta a los retos sociales, económicos, territoriales y culturales de nuestro país para lograr un reequilibrio en términos de justicia social.
Bajo estas coordenadas, en este 14 de Abril hacemos un llamamiento a toda la ciudadanía demócrata y progresista para que se sume a la construcción del futuro proyecto republicano que construimos día a día, desde nuestros barrios, desde nuestros centros de estudio y trabajo, desde la sociedad civil, desde lo cercano.
¡Porque lo queremos todo! ¡A por la Tercera!
Fuente: izquierdaunida.org en mundoobrero.es