Con la fecha del pleno ya establecida, el PP se prepara para desandar todos sus principios a la caza de los pocos votos que le faltan para llegar a Moncloa, en un mes que estará marcado por las presiones del establishment y la búsqueda de tránsfugas socialistas. El rol de los soberanistas y la desesperanza en las filas moradas
Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago. Un proverbio viejo pero que suele encajar en tiempos de batalla por el poder. En la campaña y desde la oposición se pueden decir muchas cosas pero cuando alcanzar el objetivo está cerca, los principios se hacen más difusos. El Partido Popular lo ha demostrado en muchas oportunidades y ahora lo ha vuelto a hacer.
Después de años de criticar a Pedro Sánchez y su marco de alianzas, Génova afirma ahora que hablará con todas las formaciones políticas, a excepción de EH Bildu. Mejor no perder tiempo en cuestionar esta incoherencia, cuando han acordado en más de una oportunidad cuestiones parlamentarias en Euskadi y Navarra y el propio Javier Maroto lo ha admitido. En fin.
El socio ideológico más próximo que le puede quedar al PP es el PNV, que ha vuelto a decir que no cuenten con sus cinco escaños. De hecho necesitaría un voto positivo y de ellos y cuatro abstenciones, ya que Feijóo cuenta con 172 voluntades (no sorprendería que pierda alguno en el camino, pero así está la sumatoria por ahora, con Vox, UPN y Coalición Canaria). Pero el Euskadi Buru Batzar está inflexible.
El portavoz del PNV en el Congreso, el locuaz Aitor Esteban, dijo esta semana que por un “mínimo de cortesía” aceptará reunirse con el PP y ratificó que no va a participar de una investidura “de la mano de Vox”. Inclusive utilizó el sarcasmo para decir que ese encuentro político podría servir para que ambos “se conozcan”. Una ironía que hace alusión al descuidos de las relaciones del PP con el PNV y a la distancia que ambas formaciones mantienen desde hace años.
La excusa de la ultraderecha le viene muy bien al PNV para no explicar el motivo más importante: en diez meses (o menos, según quiera el lehendakari Urkullu) habrá elecciones autonómicas, con un EH Bildu ascendente. Hacer una campaña para el gobierno regional habiendo hace poco investido al líder del nacionalismo español es casi un suicidio.
Los que responden a Carles Puigdemont han votado a favor de la ley del “Solo sí es sí”, de la ley Trans y del proyecto de Eutanasia y se abstuvieron en las reformas del aborto y la educativa
Otro detalle inconfesable: la venganza que puede despertar en Ferraz. Los números en el Parlamento vasco permitirían un gobierno de izquierda transformadora entre la coalición abertzale, el PSE y Elkarrekin Podemos. Pero los socialistas vienen eligiendo ser socios del PNV, también en otros ejecutivos locales y en las poderosas diputaciones forales de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. Un apoyo al PP en Madrid podría hacer implosionar esa estructura de poder y cargos.
Impulsando la rebelión
Los números son implacables y muestran que la suerte del PP está casi echada. Jamás Esquerra Republicana ni Sumar votarían por el PP. Con el portazo del PNV, sólo le queda la esperanza en Junts per Catalunya, un grupo radicalizado en asuntos que hacen a la soberanía nacional catalana pero que en términos ideológicos del manejo de la economía es más afín al PP.
Se puede caer en injusticia en asimilar la derecha española con la vasca y catalana y basta con ver el registro parlamentario. El récord de Junts no es comparable con el ánimo de contrarreforma conservadora que permea al PP y Vox. Los que responden a Carles Puigdemont han votado a favor de la ley del “Solo sí es sí”, de la ley Trans y del proyecto de Eutanasia y se abstuvieron en las reformas del aborto y la educativa.
Pero en cuestiones que hacen a la economía, allí la centroderecha catalana posconvergente puede acercarse más al PP. Además, hay todo un entramado de empresarios al sur y al norte del Ebro que actúan como intermediarios ansiosos por tener en Moncloa un Ejecutivo que les baje los impuestos, y si hay un partido con el que la burguesía de Barcelona tiene más contacto será Junts y no ERC ni la CUP.
No obstante, los reclamos por la amnistía a los encausados del ‘procés’ y la puesta en marcha de una mesa de trabajo real y sin eufemismos para una consulta de autodeterminación son líneas rojas que el PP no podría aceptar y, si lo hiciera (cuesta creer que muchos de sus votantes lo castigaran si eso permite echar a Sánchez, pero es futurología), en el camino perdería los votos de Vox, absolutamente necesarios para investir al expresidente de la Xunta.
Esta correlación de fuerzas lleva a que la presión vaya hacia las filas de los socialistas que no quieren a Sánchez. Sin sonrojarse, en una entrevista a El Español el 16 de julio Feijóo dijo: “Vox no es un buen socio, me siento más cercano a García-Page. Si necesito 20 escaños voy a hablar con el PSOE”.
El presidente de Castilla-La Mancha, el único barón socialista que gobierna con mayoría absoluta tras la debacle electoral del 28-M, dijo hace un mes cuando fue preguntado al respecto: “Sé que (en el PP) les gustan los tamayazos, pero yo soy demócrata y respeto lo votado y cumplo las normas”.
Roza la ciencia ficción el anhelo de obtener una abstención de parte de algunos socialistas. Primero, por la propia forma que tiene el PSOE de hacer las listas de candidatos a diputados
“Yo puedo hablar con todo el mundo, porque además mantengo buena relación con todo el mundo también, pero a estos efectos, si quieren hablar de lo que tenga que pasar en el Congreso de los Diputados, es con el secretario general del partido”, afirmó en alusión a Sánchez. Page siempre intenta desmarcarse del liderazgo actual de Ferraz y sus frases tienen un subtexto de resignación, y eso tienta a los operadores de Génova.
Preguntado por El Salto, una fuente que trabaja para la Ejecutiva del PP respondió: “No sé si Feijóo hablará con Page, cuando dijo esas declaraciones se refería a hablar con diputados. A partir del lunes seguramente lo intente”. Además, ha explicado que todavía no están designados los negociadores para esas reuniones.
En política a veces se dicen cosas que realmente no se piensan pero se está obligado a decir y un ejemplo bien podría ser lo de desear tener un pleno de investidura aunque en el fuero interno se prefiera evitar esa derrota. Sobre si hay arrepentimiento en Génova, las fuentes responden: “Para nada, Feijóo tenía claro que debía ir a una investidura por haber sido el más votado, no quedaba otra”.
Sin embargo, roza la ciencia ficción el anhelo de obtener una abstención patriótica de parte de algunos socialistas. Primero, por la propia forma que tiene el PSOE de hacer las listas de candidatos a diputados: el Comité Federal se asegura fidelidad al líder y no al barón regional (algo que no sucede en otras democracias, como Estados Unidos y Brasil, lo que otorga enorme fidelidad comparativa de los legisladores para con sus jefes).
Pero además, también es casi imposible por las expectativas. Un exalto cargo del Ejecutivo de Sánchez y que ahora es senador lo reflexionaba con crudeza ante la pregunta de El Salto: “Es absolutamente imposible. No solo porque Sánchez ha mejorado en estas elecciones sus resultados con respecto a 2019 sino porque hay creada mucha expectativa en socialistas de poder tener cargos en el futuro gobierno. Si hubiera habido un descalabro electoral sería otra cosa pero no es el caso”.
Escepticismo a la izquierda
“Me preocupa que se le siga llamando a esto bloque progresista cuando como mucho es bloque plurinacional. ¿Quién es la izquierda? ¿Junts, el PSOE, el PNV?”, se preguntaba un alto cargo de Podemos en el Gobierno en funciones. Lo comentaba a El Salto tras el logro de haber conseguido la Mesa del Congreso con mayoría PSOE-Sumar y que demostraba que el PP estaba más fuera que dentro de Moncloa.
Un miembro de la ejecutiva de Podemos, que se ve fuera del próximo Gobierno, también cree que de prosperar la investidura de Sánchez, la legislatura no durará mucho más de dos años
Sin embargo, la fuente mostraba desesperanza con respecto a las políticas de la próxima legislatura. “Se va a legislar mucho menos y mucha menos izquierda. Porque sólo podrán empujar los cinco diputados de Podemos, los de Esquerra y los de Bildu, pero ahora con Bildu en su papel de Estado para ganar las autonómicas vascas, queda poca presión hacia el PSOE. Es que por evitar algo muy malo como sería una presidencia de PP-Vox nos estamos conformando con algo poco ambicioso”, opinaba mirando a futuro.
Esta persona, miembro de la ejecutiva morada y que se ve fuera del próximo Gobierno, también cree que de prosperar la investidura de Sánchez, la legislatura no durará mucho más de dos años. Eso también lo comparten otros miembros de Sumar.
De hecho, un prominente dirigente de Izquierda Unida alineado con Yolanda Díaz destacaba con El Salto el éxito que significaba para la estrategia progresista que Feijóo se estrelle en su investidura fallida. “Hace falta más tiempo para un acuerdo de gobierno, que está muy verde todavía, y que Feijóo vaya con Vox de la mano nos allana el camino. Pero esta legislatura no será de más de dos años”, reflexiona.
La aritmética parlamentaria que decidieron los ciudadanos hará complicada la aprobación de las leyes y lo que demanda el PP ahora, transversalidad y apoyos cruzando las fronteras de los bloques, no lo dará como partido opositor. Se descuenta que se mantengan en la estrategia del ‘no a todo’ y del cuanto peor mejor.
En los días venideros también se constituirán las comisiones parlamentarias, otro núcleo decisorio clave en la dinámica del funcionamiento del Congreso. También será el primer termómetro del funcionamiento del PSOE y su nuevo socio Sumar; el anterior reparto fue con el Unidas Podemos de Pablo Iglesias y con Pablo Echenique de portavoz. Los fuegos de artificio de Feijóo taparán los ruidos de Sánchez y Yolanda Díaz, que mientras él intenta desesperadamente sumar voluntades, ellos comenzarán por lo bajo la negociación y reparto de cargos.
Los ojos estarán puestos en Waterloo durante un mes. Desde el entorno más próximo de Puigdemont, que mantiene contactos informales con el PP desde los días posteriores a las elecciones generales, como avanzó El Salto a comienzos de mes, informan que hay una decisión interna en Junts de “cero información sobre las negociaciones” pero que, “en cualquier caso, todo pasa por el president Puigdemont”, sea quien sea el interlocturo. La expectación está garantizada.
Fuente: Daniel Galvalizi en elsaltodiario.com
Foto: Álvaro Minguito