En los pasados días de protesta del campo han sido denunciados los llamados tratados de libre comercio, que tienen poco que ver con la libertad y sí en cambio con el apoyo institucional a la agroindustria, a las grandes cadenas de distribución y a los fondos de inversión

El mundo rural ha señalado el desequilibrio existente en estos tratados entre la normativa europea más exigente en materia ambiental y la extracomunitaria. Se da la paradoja de que desde la UE se llegan a vender productos químicos prohibidos en Europa a terceros países que se aplican en alimentos allí cultivados para exportarlos luego aquí. Un dumping laboral y sanitario en toda regla por lo que se reivindica que al menos en estos tratados se incluyan las llamadas “cláusulas espejo” con el fin de aplicar la misma reglamentación a los productos con origen y destino Europa.
No es un enfrentamiento entre agricultores del Norte y del Sur, es entre pequeños productores y la poderosa agroindustria
Competencia desleal
Uno de los tratados en el punto de mira es el UE-Mercosur fuertemente rechazado porque tal como está formulado existirá una competencia desleal entre ambas partes que perjudica el rural europeo. No hay que culpar por ello al campesinado latinoamericano, sometido al dictado desde hace décadas de las multinacionales de la soja y el maíz transgénicos y de la ganadería industrial. No es un enfrentamiento entre agricultores del Norte y del Sur, es entre pequeños productores y la poderosa agroindustria que está detrás de los ataques en Europa a la Agenda 2030 o de la no aprobación del Reglamento sobre productos fitosanitarios (SUR) que hacía peligrar un negocio de 12.000 millones de euros anuales de venta de agroquímicos, según el consorcio periodístico Investigate Europe.
La UE utiliza a la agricultura como moneda de cambio en sus negociaciones sobre tratados comerciales con terceros países
La UE utiliza a la agricultura como moneda de cambio
La UE no observa efecto negativo alguno en la aplicación de estos tratados ya que favorecen las exportaciones europeas, pero no considera la situación de las pequeñas explotaciones familiares —la mayoría— asfixiadas por la economía global neoliberal enfocada al beneficio de la agroindustria y a los grandes propietarios receptores del 80 % de los fondos de la PAC. La UE utiliza a la agricultura como moneda de cambio en sus negociaciones sobre tratados comerciales con terceros países que vieron una buena oportunidad de colocar sus productos alimentarios a cambio de permitir la entrada de servicios y bienes tecnológicos o industriales.
Existen otros tratados comerciales en marcha o en proceso de ratificación como los de Méjico, Australia, India, Nueva Zelanda, Kenia o Chile, todos ellos apoyados por PSOE, PP y VOX en el Parlamento europeo, en los que figuran también importaciones de productos agroganaderos que favorecerán con sus transporte el cambio climático.
Se trata de que el campesinado familiar y social pueda vivir de su trabajo con precios justos y estables y suspender los tratados de libre comercio
No se trata de enfrentar a los países del norte con los del sur. Se trata de que el campesinado familiar y social pueda vivir de su trabajo y para ello se requieren entre otras medidas precios justos y estables y suspender los tratados de libre comercio, especialmente los que no cumplan los Acuerdos de París, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y los Convenios fundamentales de la OIT.
Fuente: Pablo Jiménez en mundoobrero.es