Madrid merece más: entre cifras maquilladas y derechos incumplidos

Tras el balance triunfalista de Díaz-Ayuso se esconde una región que invierte menos que otras comunidades, que concentra riqueza en pocas manos y que deja sin garantías a la mayoría social

Díaz Ayuso en el Debate sobre el Estado de la Región en la Asamblea de Madrid

Acaba de tener lugar en la Asamblea de Madrid el denominado Debate sobre la orientación política general del Gobierno, popularmente conocido como Debate sobre el Estado de la Región. Una cita que debería ser, junto al debate presupuestario, un momento central en la vida política de nuestra Comunidad y que debería concitar la atención y el interés de las madrileñas y madrileños ya que con esos rotundos títulos se esperaría que en las dos sesiones en las que se ha desarrollado, partiendo de un análisis veraz y riguroso de la realidad socioeconómica de Madrid, se plasmara un proyecto de Región para el próximo año.

Tras el balance triunfalista de Ayuso se esconde una región que invierte menos que otras comunidades, que concentra riqueza en pocas manos y que deja sin garantías a la mayoría social

Quienes han seguido el Debate ya lo saben pero lamento informar a quienes no han tenido, o no han querido, dedicar su valioso tiempo a ello que de análisis veraces y rigurosos, o sencillamente un mínimo análisis de la situación en la que viven las madrileñas y madrileños, nada de nada. Y, consecuentemente en la lógica de la derecha madrileña, de propuestas solventes que construyan y cimenten un proyecto de Región una ausencia de ideas clamorosa que se quiere esconder bajo un atropellado relato de reiteración de anteriores promesas incumplidas, anuncios con mas humo que realidades a las que casi de casualidad se une escasas iniciativas que veremos si no engrosan mañana el baúl de los recuerdos.

El Gobierno de Isabel Díaz Ayuso presume de haber ejecutado el 95% de su programa electoral. Una cifra que, sin contexto, parece éxito rotundo. Pero tras el balance triunfalista se esconde una región que invierte menos que otras comunidades, que concentra riqueza en pocas manos y que deja sin garantías a la mayoría social.

Un presupuesto engañoso

Los Presupuestos de 2025 ascienden a 28.600 millones de euros. La cifra impresiona, pero apenas supone un 9,1% del PIB regional, cuatro décimas menos que en 2024, y muy lejos del 17% medio autonómico según la AIReF. En una de las regiones más ricas de España, el esfuerzo presupuestario está ocho puntos por debajo de la media.

En una de las regiones más ricas de España, el esfuerzo presupuestario está ocho puntos por debajo de la media

::Pasa en Carabanchel::

La explicación es clara: el Ejecutivo regional renuncia a más de 6.100 millones de euros anuales en ingresos por bonificaciones fiscales que benefician sobre todo a grandes patrimonios y rentas altas. Ese agujero se tapa con el Fondo de Garantía del Estado, es decir, con la solidaridad de otras comunidades.

Sanidad: promesas incumplidas y privatización silenciosa

La sanidad madrileña es el mejor ejemplo de cómo “cumplir” no garantiza derechos. Aunque se anuncien presupuestos históricos, el gasto sanitario apenas llega al 3,3% del PIB regional, muy por debajo del 6% recomendado por la OMS. La Cámara de Cuentas alerta desde 2023 de la falta de personal y de la infrafinanciación crónica de la salud mental, con más de 1.300 pacientes graves en lista de espera.

Hoy, casi un millón de madrileños aguardan cita para pruebas diagnósticas, especialistas o intervenciones quirúrgicas

Hoy, casi un millón de madrileños aguardan cita para pruebas diagnósticas, especialistas o intervenciones quirúrgicas. La Atención Primaria apenas crece un 2% en 2025, insuficiente para absorber el aumento poblacional. Mientras tanto, los conciertos con la privada superan ya los 1.050 millones de euros, consolidando una privatización encubierta sin análisis de coste-eficacia ni rendición de cuentas.

Educación: un ascensor social bloqueado

Madrid invierte 5.300 euros por alumno, frente a los 8.900 de otras autonomías, 1.800 euros menos por estudiante. La ejecución real en infraestructuras educativas no llega al 90%, lo que retrasa colegios en el sur de la región. La ratio de alumnos por aula es la más alta de España y faltan orientadores y personal de apoyo.

El Gobierno regional incumplió incluso su promesa de bajar un 30% el precio de los comedores escolares, rechazando esta medida en la Asamblea en 2024. Hoy miles de familias siguen pagando uno de los comedores más caros del país.

La red concertada absorbe ya casi el 19% del gasto educativo, mientras la pública sufre saturación

La red concertada absorbe ya casi el 19% del gasto educativo, mientras la pública sufre saturación. En Formación Profesional, más de 48.000 jóvenes se quedaron sin plaza este curso, especialmente en ramas sanitarias. Y las universidades madrileñas denuncian recortes que ponen en riesgo investigación y docencia.

Vivienda: promesas de papel

El Plan VIVE, emblema de la política de vivienda, prometía más de 11.000 pisos, pero la Cámara de Cuentas confirma que la mitad ni siquiera están licitados. Madrid dedica solo un 0,21% de su PIB a vivienda, frente al 2% de la media europea. El parque público apenas representa el 2,3% del total, muy lejos del 10% europeo.

Mientras tanto, los alquileres se han disparado un 31% en cinco años y ya consumen más del 35% de la renta media familiar, expulsando a jóvenes y familias de sus barrios.

Desigualdad territorial y social

El 80% de la inversión pública se concentra en la capital y en la corona norte, mientras municipios del sur y del este siguen con colegios saturados, transporte insuficiente y centros de salud cerrados. La esperanza de vida varía hasta en cuatro años según el barrio, reflejo de una brecha intolerable.

A ello se suma un recorte del 34% en políticas de igualdad y más de 30.000 personas esperando valoración de dependencia. La Renta Mínima de Inserción ha caído de 24.000 familias en 2020 a solo 1.600 en 2025.

Medio ambiente y modelo productivo

Las promesas de sostenibilidad también se diluyen. De un millón de árboles anunciados, menos de la mitad han sido plantados, y un 30% se han perdido por falta de mantenimiento. En 2024, Madrid superó 42 días los límites de contaminación por dióxido de nitrógeno.

En transición energética, la Comunidad no ha solicitado ni un euro del programa LIFE de la UE, mientras otras regiones captan fondos europeos millonarios. La industria representa solo un 5,6% del PIB, frente al 11% de la media estatal, y la inversión en I+D+i es de apenas el 0,07%, muy lejos del 3% que marca la Estrategia Europea 2030.

Un modelo fiscal regresivo

El corazón de este modelo es la competencia fiscal a la baja. El Impuesto de Sucesiones y Donaciones está bonificado al 99%, la deflactación del IRPF beneficia más a las rentas altas y el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales se bonifica en grandes operaciones inmobiliarias. Resultado: 6.100 millones menos cada año para financiar servicios públicos, que acaban siendo compensados con recursos de otras comunidades.

Madrid merece más. Madrid no es solo una marca ni un logo en un PowerPoint, una cifra trucada récord en PIB o un paraíso fiscal para unos pocos.

Madrid es su gente, sus barrios, sus pueblos. Es la madre que se levanta a las 5 para ir de Móstoles a su trabajo en el centro, es la médica que encadena turnos dobles, el joven que no puede pagar un alquiler.

Madrid tiene talento y recursos; lo que falta es voluntad política para repartirlos mejor

Para ellos el reto no es “cumplir” un programa con casillas marcadas. El reto es garantizar derechos, corregir desigualdades y repartir la riqueza. Madrid tiene talento y recursos; lo que falta es voluntad política para repartirlos mejor.

Tenemos una gran región, con grandes talentos y un extraordinario futuro, que su falta absoluta de proyecto, su afán por competir con insultos, agravios y estúpidas e inútiles confrontaciones, incluso con Comunidades gobernadas por sus correligionarios, en lugar de promover alianzas cooperativas que redunden en beneficio común pone en peligro.

Entre tanto, y sin perder un minuto con su populismo ramplón, hay que seguir diciendo alto y claro que Madrid merece más.

Con propuestas para un Madrid mejor, con justicia social para todos, en una España que siga avanzando solidariamente en la Europa de derechos, progreso y libertades que tenemos la obligación de defender y seguir construyendo día a día.

Fuente: Diego Cruz Torrijos en nuevatribuna.es

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Fuente: Esther Palomera en eldiario.es

Es ignorancia o es fanatismo

Comparar las escenas del domingo en Madrid con la barbarie en Yugoslavia, como ha hecho Ayuso, no sólo es un insulto a los sarajevenses, es una provocación más en su cruzada contra Sánchez a quien, sin pretenderlo, hace un favor al situarlo frente al mundo en cabeza de la rebelión contra la masacre y la impunidad de Netanyahu

Todos conocemos a personas con conocimientos limitados que dan lecciones constantes sobre diferentes materias y subestiman las competencias de los demás. Rara vez son conscientes de su ignorancia. De hecho, intentan con una locuacidad pasmosa dar una impresión de dominio exagerada. Los estudiosos de este comportamiento sostienen que no es fácil valorar el grado de conciencia que tienen sobre sí mismas y tampoco hasta dónde perciben su falta de desempeño. Sin embargo, los psicólogos David Dunning y Justin Kruger investigaron este fenómeno hace ya muchos años y concluyeron que la propia incompetencia les inhabilita para darse cuenta de su limitado saber porque tienen una percepción errónea sobre sí mismos. Lo llamaron el efecto Dunning Kruger.

Las muestras de este fenómeno se ven todos los días y a todas horas en las redes sociales, donde abundan quienes tienen soluciones para todo, opiniones categóricas sobre todo y hasta imparten conferencias sobre las materias más complejas. Pero a un tuitero o a un tiktoker no necesariamente se le presupone conocimiento y tampoco está obligado a tenerlo. Allá cada cual sobre cómo y con quién interactúa, se informa o discute. 

Cuestión distinta es la política, donde la responsabilidad debería ser el primer mandamiento y el segundo, unos mínimos de conocimientos básicos. Y en caso de no tenerlo, qué menos que la prudencia -e incluso el silencio- para no hacer el ridículo más de la cuenta. Isabel Díaz Ayuso ya ha batido todas las marcas de lo grotesco y también de la ignorancia. Y este lunes lo ha vuelto a hacer.

“Muchos turistas tuvieron que salir corriendo por las calles de Madrid, dando una imagen de un Sarajevo en guerra”. La presidenta madrileña comparó las protestas propalestinas de la Vuelta Ciclista a España que el domingo provocaron la cancelación de la última etapa en Madrid tras una manifestación que albergó a 100.000 personas y se saldó con dos detenidos- con el sitio a Sarajevo, la capital de Bosnia-Herzegovina. Lo hizo ante los micrófonos de una de sus emisoras preferidas, donde nadie le replicó.

La reconocida ilustre alumna de la Universidad Complutense no debe saber que el asedio a Sarajevo formó parte de una guerra sangrienta donde se perpetraron algunas de las peores atrocidades vividas en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Tampoco que las tropas serbias cercaron militarmente la ciudad y la bombardearon de forma ininterrumpida durante más de tres años. Mucho menos que, además de los 100.000 muertos, hubo 50.000 heridos, 35.000 edificios destruidos y dos millones de personas que tuvieron que abandonar sus casas porque se acabó con todas las infraestructuras de suministro de agua y electricidad. Y si lo sabe, es mucho peor.

Comparar las escenas del domingo con la barbarie en Yugoslavia no sólo es un insulto a los sarajevenses, sino una ofensa a la inteligencia de quienes la escuchan a diario soltar barbaridades como esta. Europa no logró frenar la tragedia y Serbia no acabó con el asedio a Sarajevo hasta la intervención militar de los Estados Unidos, con la firma del tratado de paz acordado en Dayton (Ohio) en noviembre de 1995 y firmado en París el 14 de diciembre de ese mismo año. Hoy, con la UE surfeando la criminal ola de Netanyahu y teniendo a Trump de aliado principal, no se atisba más horizonte de optimismo que el de la reconfortante rebelión cívica que zarandea ya las conciencias de los mandatarios europeos.

Madrid ha abierto, aunque les pese a Ayuso y a sus mariachis, una espita que pretende acabar con el silencio y la impunidad de las atrocidades que Israel está perpetrando en la Franja de Gaza. Pronto se cumplirán dos años desde que el mundo es testigo de un grado insoportable de muerte y destrucción. El gobierno de Netanyahu ha asesinado a decenas de miles de personas (67.000), borrado de la faz de la tierra a familias enteras, arrasado barrios, destruido infraestructuras, desplazado a más de dos millones de gazatíes, provocado una catástrofe humanitaria sin precedentes y la masacre continúa con la afasia cuando no la complicidad de muchos países occidentales.

Pero a la presidenta de este Madrid, que hasta ahora era célebre por sus bares, por sus cañas, por su desinhibición para el insulto y por su malentendida libertad, le importuna que sus gentes, a las que compara con la kale borroka, salgan a la calle a defender los Derechos Humanos. O que boicoteen una actividad deportiva internacional en la que participa un equipo israelí propiedad del magnate canadiense-israelí Sylvan Adams, presidente del Consejo Judío Mundial, que ha manifestado su apoyo a la implantación de un Estado judío en Palestina y se ha identificado abiertamente como sionista.

Y la culpa, como de todo lo que pasa en España, es de Pedro Sánchez. Según la teoría de Ayuso, el presidente ha sido el instigador de la protesta porque tiene un proyecto de ruptura contra la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid y ha orquestado un “ataque programado para desprestigiar” a la región. O es ignorancia o es fanatismo. Si es lo primero, tiene remedio porque aún está a tiempo de estudiar. Si es lo segundo, no merece representar a los madrileños que, como la mayoría de españoles, sean de izquierdas o de derechas, saben lo que es una matanza indiscriminada y no están dispuestos a seguir callados. 

Lo de Madrid del domingo no es violencia ni es seguidismo de Sánchez, es humanidad y es sensibilidad, algo que las derechas españolas no terminan de desarrollar. Ni siquiera cuando hay una imperiosa necesidad de parar una crueldad ante la que unos -como Feijóo- prefieren instalarse en la equidistancia y otros -como Ayuso- del lado del genocida. 

P.D. En su atrevida ignorancia, Ayuso no ha calculado que en su cruzada contra Sánchez lo ha situado frente al mundo en cabeza de la rebelión contra la masacre y la impunidad. Ni tan mal porque, según datos del Real Instituto Elcano, un 82% de los españoles percibe que Israel está llevando a cabo un genocidio en Gaza y un 70% sostiene que la Unión Europea debería sancionar al estado hebreo por su accionar contra Palestina. 

Fuente: Esther Palomera en eldiario.es

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