170 médicos formadores de atención primaria han renunciado a educar a los residentes, los conocidos como MIR, ante las condiciones de sobrecarga asistencial y precariedad laboral en las que se encuentran
La sanidad en Madrid es ya una olla a presión a punto de estallar. A la huelga de los médicos y pediatras de atención primaria que cumple tres meses y medio, y a la que se unieron durante dos jornadas también los sanitarios de los hospitales, se suma ahora la renuncia de más de 170 tutores de residentes, los que forman a los futuros médicos de familia.
La falta de médicos es un mantra recurrente que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, repite cada vez que se ponen de manifiesto los déficits de su gestión sanitaria. Pero los datos demuestran que la mayoría de médicos que afrontan su MIR optan por hacerlo en Madrid. Lo que ocurre después es que la administración regional, en manos de Ayuso, no es capaz de retenerlos. Varios centenares de médicos de familia terminan su formación en Madrid cada año pero deciden dejar la especialidad o ejercer en otro lugar porque el Gobierno regional no ofrece condiciones atractivas. Ahora también está en peligro que puedan formarse ante el plantón de los médicos.
Esta no es la primera vez que ocurre. Ya el año pasado hubo renuncias en cadena de médicos de familia que no quisieron tutorizar a residentes “en las condiciones de sobrecarga asistencial y precariedad laboral” en las que se encuentran, según afirmaron en un comunicado conjunto esta semana. Hace un año renunciaron más de 200 tutores, aunque muchos de ellos acabaron tutorizando residentes ante el compromiso de la consejería de que cambiarían las cosas. Las promesas de entonces han caído en saco roto y de nuevo se han vuelto a suceder las renuncias, que ya van por las 170. Denuncian, como ya hicieron hace un año, que el exceso de trabajo les impide hacer labores de docencia “con un mínimo de calidad”.
José Luis Quintana, médico de familia, lleva 30 años tutorizando a residentes y constata el deterioro del sistema. “Hasta hace cuatro años todos los médicos que formaba acababan dedicándose a la medicina familiar. De un tiempo para acá muchos acaban repitiendo el MIR para elegir otra especialidad, se van a las urgencias hospitalarias o en el mejor de los casos se van al extranjero”, lamenta. “Tres están de hecho en las urgencias y otra se ha ido para Londres”. Y concluye: “Eso va a destruir la atención primaria”.
“Fuga” de médicos
El pasado junio, la Gerencia de Atención Primaria convocó a 338 médicos de familia que habían terminado su especialidad para repartir 197 plazas. El fracaso fue mayúsculo: solo logró cubrir 59. 279 nuevos médicos ni siquiera tuvieron interés en acceder a un puesto de trabajo para el que llevaban años formándose. Con pediatría ocurrió algo similar. De 26 plazas, completaron cinco. Un mes antes se había vivido una situación parecida con una oferta extraordinaria de plazas. El año anterior, en 2021, fue incluso más desastroso: terminaron su periodo formativo 224 médicos internos residentes y solo 17 eligieron las plazas ofertadas por el Servicio Madrileño de Salud.
Los tutores y los sindicatos llevan tiempo alertando de esta “fuga” de médicos. Lo achacan a los contratos poco competitivos y precarios que se les ofrece desde la Consejería de Sanidad. Esto termina agravando el problema del déficit estructural de médicos de familia que arrastra la sanidad madrileña. Ayuso responsabilizaba al Gobierno central por no ofertar más plazas MIR, pero lo datos demuestran que los que forman, que ayudarían a mitigar el problema, no quieren quedarse en Madrid.
Para Quintana, pero también para Cristina Álvarez, médico de familia en Entrevías, esta es una de tantas razones para tirar la toalla, aunque no la única. “Es muy frustrante porque les forman y todos acaban queriendo irse a trabajar a la urgencia hospitalaria porque se queman en la atención primaria por la sobrecarga y la burocracia que nos ahoga”, lamenta. “Este año terminará un residente que es el prototipo modelo de médico de familia, eficaz y comprometido, pero ya está pensando abandonar la especialidad o Madrid”.
Álvarez al igual que Quintana, renunciaron hace un año a seguir cogiendo residentes a los que formar, pero acabaron cediendo ante la insistencia de los jefes de estudio. La entonces gerente de atención primaria, Sonia Martínez Machuca, que dimitió en octubre en medio del caos de las urgencias extrahospitalarias, se comprometió a introducir mejoras para evitar esta renuncia masiva de tutores, pero un año después “no se ha hecho nada”.
¿Qué supone para un médico de familia tener un MIR? “Formar un residente de primer año ralentiza el trabajo porque requiere que les vayas enseñando, que estés con ellos, que les expliques cómo hacer una exploración, cómo revisar una rodilla… Lo que acaba ocurriendo es que no puedas intercambiar palabra durante la jornada por la sobrecarga de pacientes y mí me avergüenza enseñar así”, lamenta. “Un residente de segundo año tiene más autonomía pero al final el responsable último eres tú y a día de hoy no se dan las condiciones para hacerlo como se debería”.
“Hace un año, con la sexta ola de la COVID-19, nos pasamos meses haciendo papeles que eran burocracia pura. Coincidió que yo tenía una residente de primer año, a mí desde luego me pareció vergonzoso enseñar que eso era la medicina familiar”, relata Jesús Quintana.
Sobrecarga y burocracia
A raíz de las renuncias de tutores del año pasado la gerencia de atención primaria ha tenido varias reuniones. La última fue el viernes 3 de marzo. La consejería se comprometió a un listado de acciones de mejora, pero los tutores ya no se fían porque son las mismas promesas que se incumplieron hace un año. “A mí ya no me vuelven a pillar”, dice Álvarez, convencida de que todo va a seguir igual en junio cuando lleguen los nuevos residentes.
Una de esas promesas era aliviar la carga burocrática. El consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, anunció que las bajas se empezarían a tramitar desde los hospitales por los especialistas, como una manera de quitar esta carga a los médicos de familia, algo que no ha ocurrido. “En algunas cosas, como la IT –las bajas– hemos retrocedido. De prometer un pilotaje para que los hospitales hagan bajas a tener una orden del viceconsejero por la cual todas se hacen atención primaria, única comunidad donde se ha hecho esto”, explica José Luis Quintana.
Otra de las promesa era aliviar la carga asistencial, algo a lo que la Inspección de trabajo también ha obligado a la Comunidad de Madrid pero que la Consejería de Sanidad incumple sistemáticamente. Esta es una de las razones por la que los médicos y pediatras de atención primaria se han ido a una huelga indefinida que empezó el pasado 21 de noviembre. El conflicto se ha perpetuado ante la negativa del Gobierno regional a solucionar el problema destinando más recursos a esta especialidad. El Gobierno de Ayuso es el que menos destina a sanidad por habitante de todas las autonomías y a atención primaria especialmente, donde solo invierte el 10% del presupuesto, cuando la OMS aconseja que alcance al menos el 25%.
Un 30% de jubilaciones en apenas cinco años
Una de las reclamaciones de los médicos en huelga es una subida salarial de 479 euros brutos mensuales a la que se comprometió Ayuso en octubre de 2020, tras los peores meses de la pandemia con Madrid siendo la región donde más duro pegó la crisis sanitaria. Otra de las exigencias pasa por contratar a más médicos para cubrir un “déficit estructural” de 600 médicos y 150 pediatras en la atención primaria madrileña, según los cálculos de Amyts, sindicato convocante de los paros. A esta falta de médicos se suma una previsión de jubilación de 1.250 facultativos en los próximos cinco años. Es cerca del 30% del total y supondrá un hueco importante en el sistema.
Desde Amyts consideran que la subida salarial ayudaría a mitigar la “fuga” de facultativos. También reclaman mejores condiciones basadas en contratos de larga duración. El consejero de Economía, Hacienda y Empleo, Javier Fernández-Lasquetty, que ha hecho bandera de ser ultraliberal y promueve la rebaja sistemática de impuestos, criticó recientemente que el resto de autonomías “ofrecen unas retribuciones mucho mayores para evitar que médicos y enfermeros se vengan a Madrid”.
Ayuso prometió en noviembre que ofrecería contratos de tres años a los MIR como una manera de incentivar que se queden en la región. Quintana denuncia sin embargo que lo que se está ofreciendo son contratos de un año “con posibilidad de prórroga” y “teniendo que cambiar casi a diario de centro de salud”. “Eso no es la medicina familiar, una especialidad maravillosa pero que es imposible de ejercer en esas condiciones”, alerta.
La presidenta de la Comunidad de Madrid recibió en julio en la Real Casa de Correos a una representación de los MIR, que también iniciaron una huelga, para abordar sus reivindicaciones laborales. De nuevo, las promesas de entonces son incumplimientos de hoy. Ahora Ayuso se ha negado a sentarse con los médicos en huelga. Tampoco lo ha hecho el consejero de Sanidad. Lo que sí hizo Escudero fue reunirse con militantes del PP donde defendió que de atención primaria debe avanzar al “puro de enfermería”. Algo que ha sido ya rechazado por médicos y enfermeros.
La masiva manifestación del 12 de febrero no ha cambiado las cosas en la Puerta del Sol, donde siguen negándose a solucionar el conflicto. La huida hacia adelante es tal que desde el equipo de la presidenta madrileña y, ella misma, prefieren continuar con la estrategia de confrontación directa con los médicos, con insultos diarios, menosprecios y descalificaciones hacia los profesionales tratando de deteriorar su imagen ante la ciudadanía. Desde el Gobierno regional, sin embargo, ya no ocultan la preocupación por que el conflicto sanitario termine afectando a los intereses electorales de la presidenta regional.
Fuente: Fátima Caballero en eldiario.es
Foto: Archivo nuevatribuna.es