Las orugas de nuevo atacan los pinares del barrio

Estas últimas semanas el gran anticiclón que tenemos encima, el sol y la poca lluvia, se han aliado para engañar a la naturaleza, haciendo que muchos ciclos de floración, así como los ciclos de vida de algunos insectos, se hallan adelantado, esto hace un año más, que comience el ataque a nuestros pinares de la oruga «procesionaria», insecto lepidóptero, denominado así por la curiosa manera que utilizan para desplazarse por el suelo, formando características hileras o filas (“procesiones”), recordando los pasos de Semana Santa. Tanto Carabanchel, como Latina, son barrios especialmente atacados por este insecto, especialmente el Pinar de San José…
Ciclo biológico
Se trata de
un insecto que, en su fase de MARIPOSA adulta, deposita HUEVOS en
árboles (julio a agosto, principalmente en pinos). Una vez estos
eclosionados, las jóvenes larvas (ORUGAS) van a permanecer sobre el
árbol protegidas por una especie de bolsa protectora (“BOLSONES”) muy
característicos, alimentándose de las hojas y defoliándolo debido a que
la actividad de alimentación de las orugas no se detiene durante el
invierno.
En el interior de esas estructuras, las orugas permanecen en los árboles desde su nacimiento (mediados de septiembre) hasta el momento en que, ya maduras, descienden de los árboles afectados (febrero a primeros de marzo) para buscar un lugar adecuado para enterrarse y pupar. Pasado unos meses (julio) emergen las mariposas adultas para reproducirse e iniciar un nuevo ciclo biológico (puesta en las acículas de los pinos).
Aparte el potencial daño para los árboles, el interés de las procesionarias se relaciona con el potente efecto urticante que presentan las orugas, capaz de producir daños y secuelas en caso de exposición o manipulación indebida.
Estos problemas pueden deberse a:
La curiosidad propia de niños/as o de mascotas (perros) respeto al peculiar comportamiento de las orugas en procesión, que puede llevar a su manipulación directa. Las orugas, al sentirse amenazadas, pueden desprenderse de ciertos “pelos” con capacidad urticante y producir lesiones en los ojos, piel, mucosas, etc.
La incorrecta manipulación y ausencia de equipos de protección en personas (adultas) que trabajan con árboles o que tratan de eliminar los bolsones con técnicas inadecuadas. La aerosolización de material urticante procedente de estos nidos puede afectar a zona de cara y manos y producir irritación severa.