El próximo viernes 6 de diciembre, la ciudadanía y numerosas organizaciones de la sociedad civil volverán a llenar las calles de Madrid en una nueva Marcha por el Clima, que coincidirá con la celebración de la COP25. La FRAVM anima a sus asociaciones a mover sus #BarriosPorElClima para que la manifestación, que desde las 18:00 transcurrirá entre Atocha y Nuevos Ministerios, sea tan multitudinaria como la del pasado 27 de septiembre.
El año 2019 ha marcado un antes y un después en la lucha por el planeta. Movilizaciones como el 15M, el 27S
y el 7O han hecho historia no solo a nivel estatal, sino mundial, con
millones de personas en las calles pidiendo medidas inmediatas ante la
crisis ecológica y social. La colaboración entre muy diversos colectivos
(sociales, ecologistas, estudiantiles, etc.) ha permitido articular un
movimiento que el pasado 27 de septiembre se comprometía, bajo el lema
“Todas por el clima”, a un despertar colectivo ante un sistema
depredador en lo social y ambiental. Esta nueva ola de movilizaciones,
la coordinación entre diversas organizaciones de la sociedad civil, las
asociaciones vecinales entre ellas, y de una ciudadanía cada vez más
comprometida constituyen el contexto en el que llega la COP25 a Madrid,
convirtiendo este evento en una oportunidad para la clase política de demostrar que apuestan por la vida y el futuro del planeta.
El traslado de la cumbre de Santiago de Chile a Madrid ha supuesto un
esfuerzo logístico sin precedentes para los grupos activistas de ambas
localizaciones, pero sería injusto obviar que este cambio de ubicación
no es un mero obstáculo, sino que ha supuesto la pérdida de voces
vitales que ya no serán escuchadas en la cumbre, como las de los pueblos
indígenas. Las organizaciones convocantes de la Marcha por el Clima,
entre las que se encuentra Alianza por el Clima,
donde participa la FRAVM, condenan de forma tajante y sin tapujos la
violación de Derechos Humanos en Chile y exigen su cese. La represión
contra el pueblo chileno por parte de su gobierno es un ataque a la
democracia y a la lucha por la justicia social y ambiental. La Marcha
por el Clima hace esta condena extensible al resto de zonas del mundo
donde se están produciendo los mismos o parecidos procesos.
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Por todos estos motivos y muchos más, la sociedad saldrá a la calle
para dejar claro a la clase política que los ojos del mundo están
puestos en la cumbre. El próximo día 6 de diciembre se producirán dos movilizaciones mundiales en Santiago de Chile y en Madrid,
unas manifestaciones que con una voz única trasladarán que frente a la
inacción de los gobiernos las personas estamos dispuestas a plantar cara
ante la emergencia climática. Seguir tolerando las políticas
extractivistas y fósiles, como las zonas de sacrificio chilenas, son
inadmisibles. La falta de voluntad de las naciones de enfrentar la
emergencia socioecológica solo conlleva mayor degradación ambiental, la
alarmante pérdida de biodiversidad, mayores desigualdades, la
imposibilidad de reducir el hambre en el mundo o mejorar el acceso al
agua y un largo etcétera.
La emergencia climática ya no es algo abierto a debate. Está aquí, es
real y son muchas las voces diversas necesarias para hacerle frente.
Las de las mujeres, tantas veces acalladas e invisibilizadas, cumplen un
rol fundamental en las luchas tanto desde el Sur como desde el Norte
global, no solo como víctimas del sistema si no también como agentes
activas del cambio. Las de la juventud movilizada por el clima, que ven
peligrar su futuro, y su presente. Las de las comunidades y poblaciones
indígenas, que se juegan la vida cada día defendiendo los bienes
naturales comunes y sufren las peores consecuencias del cambio
climático. Y las de toda la vida en el planeta.
A continuación puedes leer el Manifiesto ‘El mundo despertó ante la
emergencia climática’, un documento que ha sido suscrito por centenares
de organizaciones sociales, la FRAVM entre ellas, con motivo de Marcha
por el Clima y la celebración de la COP25.
El mundo despertó ante la emergencia climática
El pasado septiembre salieron a la calle millones de personas
demandando el derecho a un presente y futuro digno, sin dejar a nadie
atrás. Miles de municipios acogieron manifestaciones impulsadas por una
juventud movilizada por el clima que exigían que, frente a la emergencia
climática, son necesarias medidas capaces de atacar un sistema que
genera una creciente e inaceptable degradación social y ambiental.
Después de la renuncia de Brasil a presidir la COP25, acompañada
de políticas anti climáticas que han llevado a la mayor deforestación de
la selva amazónica en los últimos años, las decisiones del gobierno
chileno de Sebastián Piñera de cancelar la celebración de la COP25 en
Chile –ignorando a los movimientos sociales chilenos y del resto de
América Latina y su trabajo previo de meses– y del gobierno en funciones
de Pedro Sánchez de acoger el evento, sitúan a Madrid como el altavoz
de las personas que ya están sufriendo las consecuencias de la crisis
climática y aquellas que las sufrirán en las próximas décadas.
Condenamos de forma tajante y sin tapujos la violación de
Derechos Humanos en Chile y exigimos su cese. La represión contra el
pueblo chileno por parte de su gobierno es un ataque a la democracia y a
la lucha por la justicia social y ambiental. Hacemos esta condena
extensible al resto de zonas del mundo donde se están produciendo los
mismos o parecidos procesos.
El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre
el Cambio Climático (IPCC), publicado el pasado agosto, señala que la
reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero de todos los
sectores es el único modo de mantener el calentamiento global por debajo
de 1,5 °C. La comunidad científica alerta del deterioro de un gran
número de ecosistemas, tanto terrestres como marinos, así como del punto
de no retorno frente al cambio climático. Los recientes informes sobre
el estado de la biodiversidad del IPBES (Plataforma Intergubernamental
de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos) señalan que alrededor de un
millón de especies entre animales y plantas se encuentran al borde de la
extinción como consecuencia de las actividades humanas. Asimismo, No
responder con suficiente rapidez y contundencia a la emergencia
climática, ecológica y social supondrá la muerte, el desplazamiento y el
aumento de la pobreza extrema para millones de personas, además de la
extinción de muchas especies e, incluso, de ecosistemas completos. La
realidad es que las emisiones siguen incrementándose a nivel global
mientras que la falta de ambición de los estados condena al planeta a un
calentamiento muy superior a 1,5 ºC.
El próximo año debería empezar a aplicarse el Acuerdo de París.
Sin embargo, muchas de las cuestiones claves siguen bloqueadas o sin
resolverse. La COP25, además de cerrar las normas sobre contabilidad y
presentación de los compromisos, el conocido como libro de reglas,
debería suponer un avance claro en la provisión de fondos suficientes e
importantes mejoras en instrumentos como el Fondo Verde para el Clima o
el Mecanismo de Varsovia para las pérdidas y daños, unas herramientas
fundamentales para paliar las peores consecuencias que ya ha provocado y
provocará la continua quema de combustibles fósiles.
Es inadmisible que tantos gobiernos, parlamentos, partidos
políticos e instituciones públicas sigan entregados a las presiones de
las grandes empresas, los bancos y los mercados financieros, en lugar de
velar por el bien común, por las personas y el planeta que nos
sostiene. Afrontar la emergencia climática es incompatible con que los
combustibles fósiles sigan recibiendo cientos de miles de millones de
euros de ayudas públicas todos los años. Exigimos a los gobiernos
participantes en la COP25 que reconozcan que la inacción climática
actual e insuficiente ambición que reflejan los compromisos más
ambiciosos de los países nos conducirán a un calentamiento global
desastroso para la vida, que superaría los 3,5 ºC.
Es irresponsable que a un año del inicio de la aplicación del
Acuerdo de París siga sin existir ningún mecanismo capaz de forzar
acciones y medidas que obliguen a que los compromisos nacionales se
ajusten una ruta de descenso de las emisiones compatible con las
indicaciones científicas. La COP25 debe fijar la voluntad expresa de
todos los países de elevar la ambición de sus compromisos antes de la
COP26 de 2020. Ese compromiso de mayor ambición debe ser liderado por la
Unión Europea y el G20, más ahora que acoge la celebración de la cumbre
en su territorio, y el gobierno de España debe alinearse
inequívocamente con ese llamamiento a una mayor ambición, que debe
plasmar en objetivos y medidas más exigentes que los actuales en todas
las políticas económicas, energéticas, de transporte, agrícolas,
ganaderas, de conservación de los ecosistemas y de cooperación
internacional. Del mismo modo, la transición ecológica requiere de la
participación de toda la ciudadanía en la toma de decisiones. El
establecimiento de mecanismos reales y efectivos de propuesta ejecución y
evaluación de las políticas climáticas debe permitir la plena
participación de toda la ciudadanía.
Un modelo de desarrollo capitalista y depredador basado en un
crecimiento económico infinito es incompatible con los límites
planetarios. Es precisa una transición hacia modelos ecosociales
sostenibles, con menor consumo de materiales y energía, que no desborden
los límites biofísicos del planeta. Apostar por un nuevo modelo
energético desechando las falsas soluciones como la energía nuclear, la
geoingeniería o los biocombustibles como el aceite de palma.
Conscientes de la emergencia ecológica en la que vivimos y de la
temeraria inacción de los gobiernos mundiales, diversas organizaciones,
plataformas y movimientos sociales, sindicales y ambientales de todo el
estado español; nos unimos al llamamiento realizado por toda la
comunidad internacional, y en especial de la juventud movilizada por el
clima en Fridays for Future, de volver a salir a la calle exigiendo el
próximo sábado 6 de diciembre medidas reales y ambiciosas a la comunidad
internacional reunida en la COP25.
Una manifestación en solidaridad con las personas y los pueblos
que sufren con especial virulencia la degradación ambiental y social que
han supuesto las políticas neoliberales extendidas por el planeta. En
Chile y por todo el mundo hay claros ejemplos de cómo se vulneran
sistemáticamente derechos humanos y ambientales. En Chile la política
extractivista, las zonas de sacrificio y la política hidráulica
devastadora con regiones completas son ejemplos de lo que no es
permisible. La denuncia de estos hechos debería tener su altavoz en la
COP25 y una transición justa y equitativa.
Apenas queda tiempo para frenar la emergencia climática y necesitamos que se oiga la voz de todos los pueblos y personas, en Santiago de Chile y en Madrid, la voz de la juventud movilizada por el clima, de las poblaciones indígenas que sufren las causas y las consecuencias del cambio climático, de las mujeres que cumplen un rol fundamental en la lucha climática y la voz de toda la vida en el planeta.
Fuente: FRAVM