Aunque desde el día 6 de mayo en La Pradera y en la Feria, se ha podido empezar a disfrutar de las Fiestas del Patrón de Carabanchel y Madrid, no todos los puestos, atracciones y casetas, están funcionando los diez días que dura la verbena.


Desde el día 5 que se publicó el programa de fiestas de este año, el personal ha ido disfrutando… de los conciertos en el alto del paseo de la Ermita ya que el escenario principal es de lo primero que se instala, de la concentración de los “seat seiscientos”, talleres infantiles, magia o exhibiciones caninas…
A medida que avanzan los días, cual asentamiento de poblado indio, se van ocupando los huecos, y vemos llegar el puesto de entresijos, la guapa vendedora de rosquillas, y el del algodón dulce, el finde aparecerá el de los botijos… y algún que otro que llegará con retraso.
Los servicios de mantenimiento dan sus últimos retoques, para que los árboles no nos den una sorpresa en plena celebración, se limpian las fuentes y se prueban, y se recorta el césped que hará de mullida alfombra donde chulapos y chulapas con sus trajes castizos se aposentaran a degustar sus bocatas, filetes empanados, tortilla con sus pimientos, por supuesto, y su cerveza, vino o limonada.
Las atracciones se montan, aprietan, y engrasan, y se prueban una y otra vez, para evitar cualquier tipo de accidente, para testificar que todo funcione con seguridad.
Los bares del Paseo Quince de Mayo se abituallan como si no hubiera un mañana, pues saben que son paso obligado a la fiesta de todos los que vivan o no en el barrio, y se activa el “modo isidril”.