“Manolito Gafotas es ya una creación de sus lectores”, Elvira Lindo. Manolito cumple 30 años

El niño más famoso de Carabanchel Alto cumple 30 años y ha escapado al control de su creadora. «Ya es cultura popular, algo colectivo», dice la autora, quien defiende orgullosamente los barrios como «lugares buenos para vivir»

La escritora Elvira Lindo durante la rueda de prensa celebrada en la librería La Mistral de Madrid / Jacinto Andreu

Manolito Gafotas, la gran creación de Elvira Lindo, cumple 30 años. Para celebrarlo, la editorial Seix Barral ha reunido las ocho novelas en un estuche conmemorativo ilustrado, como siempre, con los dibujos de Emilio Urberuaga.

Aunque Manolito, en realidad, tiene más de 30 años, porque nació como personaje en la radio en los años ochenta, pero fue en 1994 cuando apareció su primer libro. Hoy, la serie de este niño de clase obrera del barrio de Carabanchel ha vendido dos millones de ejemplares en español y sus historias se han traducido a multitud de lenguas. A su autora le llegan cartas de lugares como China o Irán por parte de niños que se sienten identificados con este personaje. Y lo que es más sorprendente: también se sienten identificados con su barrio. Carabanchel Alto ya no es sólo de Madrid; hay miles de Carabancheles Altos por todo el mundo.

«Lo que aparece en los libros es el alma de los barrios. El de Manolito es un territorio muy urbano», explica su autora, quien cree que aquel barrio no ha cambiado tanto en estos 30 años. Por suerte, ya no haya atracos a punta de jeringuilla ni una epidemia de sida –«y todo eso estaba también en los libros»–, pero hay otros peligros: «La amenaza de los que tienen mucho dinero hacia los que no tienen nada sigue estando ahí. Ahora con grandes fondos de inversión comprando edificios enteros. En esos barrios es donde se está cociendo nuestro futuro. Nos representan mucho mejor de lo que a veces nos creemos».

Elvira Lindo admira la perspicacia con la que el público, y sobre todo el público infantil, entendió aquel universo. «Cuando salió el primer libro hubo una especie de malentendido –recuerda–. En las entrevistas daban a entender que Manolito era un personaje lumpen y que vivía en un mundo desconocido. Para mí no era desconocido. Yo he sido adolescente en ese mundo. Sus amigas se parecían a las mías. Yo me he movido por esos barrios a medio hacer, de descampados. Era como un pueblo, mucha gente te conocía. Y ahora, cuando vuelvo a aquel barrio, veo cierto parecido con el sitio en el que yo crecí».

Elvira Lindo cuenta que hace unos días volvió a Carabanchel y que sintió la misma conexión que hace 30 años. «No me resulta un lugar extraño. Y veo gente más solidaria que en otros barrios de Madrid. Estuve con una asociación de vecinos y me contaron que le hicieron un acto de bienvenida a los menores migrantes que llegaron al centro de acogida. Eso es imposible que pase en el centro de Madrid. Yo nunca me sentí menos que nadie por haberme criado en un barrio así y me alegro mucho de haber tenido esa educación».

La creadora de Manolito Gafotas recuerda que cuando nació aquel personaje, los barrios «se miraban con cierta condescendencia». Fue a finales de los ochenta y principios de los noventa, en la época en la que España estaba hinchando su burbuja económica. «Tuvo que venir una crisis para que la gente joven volviera a aquellos barrios y los resignificara. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que eran lugares buenos para vivir. Ahora, lo que tenemos que defender es que no echen a esos jóvenes que le han dado una nueva vida a los barrios, que no los expulsen del sitio que ellos mismos reinventaron».

Cultura popular

Aunque Manolito Gafotas es el personaje que lanzó a la fama a Elvira Lindo, la escritora reconoce que se separó de él hace tiempo para escribir otro tipo de literatura. Ahora, dice, siguen caminos felizmente separados. «Soy una persona muy inquieta, tengo muchos compartimentos. Y uno de ellos, claro, es Manolito», confiesa.

::Pasa en Carabanchel::

De alguna manera, Lindo siente que su creación a escapado a su control y que hasta la ha superado. Su última entrega se publicó en 2012 y, a pesar de eso, ya no necesita a su autora para seguir creciendo. «Cada vez que promociono un libro nuevo tengo que explicarlo, pero eso no pasa con Manolito. Se explica muy bien por sí mismo. Lo digo de corazón, no es populismo: Manolito ha acabado siendo una creación de sus lectores. Lo interpretan a su manera, lo identifican con su propia vida, han construido recuerdos con el personaje, han tomado prestadas sus expresiones…», enumera su artífice, quien, en cierta medida, envidia la salud de su personaje. «Los otros libros que he escrito no pertenecen a la cultura popular. Son novelas que lee la gente, pero no se pueden denominar cultura popular. Manolito es cultura popular. Es algo colectivo. Los lectores ya lo conocen mejor que yo».

A juicio de su autora, la clave de su éxito radica en la facilidad que tiene su público para encontrar similitudes con su propia vida. «Hay gente de Irán que me ha dicho que se parece a su infancia y a sus casas, probablemente porque la estructura familiar es muy parecida», argumenta Lindo. Pero el personaje de Manolito Gafotas va más allá de ese juego de espejos social: «Sin yo pretenderlo, ha sido un acompañamiento para niños muy inteligentes que pasaban por momentos difíciles. Una chica de Teherán me contó que, tras tener un grave problema en el colegio, se sintió muy sola y, de repente, un personaje que venía de la literatura se convirtió en alguien en quien confiar. Y no porque sea el más listo o el más valiente. Todo lo contrario, es un poco cobardón y su expediente académico no es el mejor, pero precisamente eso es lo que hace que se alíe con ciertos niños. Especialmente aquellos que tienen la misma facultad de escuchar y de narrar».

Hay otro caso que emocionó a la autora y que demuestra el carácter tierno y transgeneracional de Manolito: «Un niño autista, de Barcelona, escribió durante el confinamiento una continuación de las historias de Manolito. Esto le ayudó a expresarse y a transmitir sus emociones. Me escribió sin que su madre lo supiera y me envió una copia. Luego incluso salió en la prensa. Esto demuestra que, en estos 30 años, los niños no han cambiado mucho. Tal vez, los que les estamos cambiando la vida somos nosotros».

Aunque Elvira Lindo insiste en que no quiere «ser pedagógica», sí le preocupa la vida «estresante» que hoy tienen muchos niños y niñas. «Están sometidos a un exceso de información y de actividades. A mí, a veces, me dan pena. Son niños cargados de clases extraescolares: chino, inglés, violín, esgrima… Parece que los estamos educando para que triunfen en la vida. Yo detesto ese tipo de educación. La infancia es la infancia y los estamos cargando con unas agendas que no tengo ni yo. Yo huyo de esa agenda. ¿Por qué la tiene que tener un niño? En los libros de Manolito los niños bajan a la calle, hablan con la vecina de abajo, están protegidos hasta cierto punto, pero también bajan al parque y se mueven con libertad… Claro, todo esto se ha convertido casi en una fantasía, pero yo creo que es una vida saludable».

Desde hace algún tiempo, la literatura infantil está en el punto de mira de la corrección política y Manolito Gafotas, 30 años después de su nacimiento, no iba a ser una excepción. Hay ciertas expresiones que podrían considerarse problemáticas desde los estándares de hoy. A su hermano pequeño, por ejemplo, todos los lectores lo conocen por su apodo, El Imbécil. La obra de Roald Dahl ha sido reescrita para evitar términos como ese. Elvira Lindo no lo cree necesario en su caso. «Lo que a mí me dicen los niños es que ‘el Imbécil es la bomba’. Lo que para algunos adultos era algo inexplicable, para los niños se convierte en algo absolutamente natural, saben discernir muy bien. Saben que no tiene nada que ver con la inteligencia del personaje. Entienden que es un insulto que se ha convertido en otra cosa. Ellos lo han entendido todo muy bien».

La escritora recomienda a los padres que expongan a los niños a «historias que unas veces son para reír, otras para llorar, otras dan miedo, otras generan emociones que no se saben explicar… Ahora muchos padres, en cuanto ven algo que puede perturbar al niño, cierran el libro y lo cambian por otro». Esto, en su opinión, «primero, está alentando una blandura emocional, y luego, no se está adentrando a los niños en el mundo de la literatura, que es otra cosa. Hay que ser más divertido, más relajado. Los padres están muy tensos. Hay que relajarse un poco».

En cuanto a reescribir algunos pasajes de Manolito Gafotas, Lindo lo tiene claro: no sabría cómo hacerlo. «En la editorial fueron muy perspicaces a la hora de incluir las novelas en una colección sin franja de edad. Es para todos los públicos. Y coincidimos en que no tenemos que estar pendientes de lo que nos recomienden pedagogos, prescriptores, psicólogos… Con todos los respetos, creo que la literatura se acerca al corazón de los niños de otras maneras. Yo nunca he pretendido educar a un niño».

Como argumento final a la hora de defender la forma de hablar de Manolito, su madre literaria cree que los niños de hoy tienen acceso a cosas mucho peores: «Estando expuestos a escenas de porno violento a esas edades, que es algo que está pasando, no sé a quién le podría preocupar de qué manera un libro puede perturbar una mente infantil».

Elvira Lindo dejó a Manolito hace 12 años, cuando el personaje estaba a punto de entrar en la universidad. No está entre sus planes volver a él en ese punto porque «perdería su esencia». Lo que sí ha hecho es escribir una nueva entrega radiofónica: Manolito Gafotas será el protagonista del cuento de Navidad que, como cada año, emite la Cadena SER en forma de radioteatro.

Fuente: Manuel Ligero en lamarea.com

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