Las 12 estaciones operativas de Legazpi a Moncloa sentido Plaza Elíptica, con una demanda aún menor a la habitual al no conectar con grandes nodos de comunicación, dejan ver novedades de una circular cuya clausura parcial trastoca la rutina de miles de viajeros. La automatización no llegará hasta 2027

Hay algo anómalo en la hora punta de las estaciones reabiertas en la línea 6 de Metro de Madrid. El tramo que volvió a operar a comienzos de septiembre, entre Legazpi y Moncloa pasando por Plaza Elíptica, Carabanchel, carga una cantidad de viajeros sensiblemente inferior a la que llevaba antes del cierre. El corte en el resto de la circular, de Legazpi a Moncloa sentido Avenida de América, impide conectar con estaciones de gran uso y reduce el número de trasbordos que los pasajeros pueden llevar a cabo.
La imagen, eso sí, tampoco es desangelada en un tramo vital para el transporte de decenas de miles de personas que viven en el oeste y suroeste de la capital. La afluencia crece en Plaza Elíptica, única conexión con otra línea de la red en la línea 11 (hasta que se complete su ambiciosa ampliación). Aunque la parte del recorrido con más demanda es, sin duda, entre Laguna (que incorpora personas procedentes de la C-5 de Cercanías) y Príncipe Pío (confluencia con la línea 10 de Metro, el Ramal con Ópera o las C-7 y C-10 de Cercanías). De ahí a Moncloa la afluencia vuelve a disminuir.
“Es una paz engañosa. El Metro va más vacío, pero luego pillar el autobús especial y llegar por carretera es más caos”, comenta Roberta, que vive en Opañel, Carabanchel, y trabaja en hostelería por Sainz de Baranda. Antes solo tenía que pillar la 6 y recorrer ocho paradas. Ahora tiene dos opciones que alterna. Por un lado, andar hasta Oporto, Carabanchel, recorrerse la 5 y hacer trasbordo a la 9 en Núñez de Balboa hasta Sainz. Por otro, lo que hace este miércoles: tomar la 6 hasta Legazpi y ahí el SE6, el servicio gratuito y alternativo de buses de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) que cubre el tramo de Metro sin servicio. “Es más sencillo, pero como me pille el tráfico fatal, hasta tardo más. Y luego en los buses vamos ahogados, aunque pasan con mucha frecuencia no da para cubrir la de gente que somos”.
La “paz” sí es incontestable en otro aspecto: el ruido. El nuevo voltaje de los trenes es la novedad que más se hace sentir después de la reforma, ya que el sonido que hacen los convoyes en su recorrido resulta menos estridente. Así lo explican fuentes de Metro a este diario: “La renovación eléctrica ha traído consigo una notable mejora en el confort acústico y la eficiencia. Antes, los trenes funcionaban con una tensión de 600 voltios y sus motores recibían corriente a través de pulsos eléctricos que se encendían y apagaban miles de veces por segundo. Con la nueva catenaria de 1.500 voltios, el sistema eléctrico trabaja con más tensión pero menos corriente. Esto permite que los pulsos sean más rápidos y cortos. El resultado es evidente: el tren tiene un tono más limpio, fino y agradable. No se trata solo de un efecto acústico, es una electrónica de potencia más eficiente, que genera menos vibraciones y mejora el rendimiento energético”.
“Sí que tiene un puntito relajante”, comenta un pasajero que toma por primera vez la renovada circular de Laguna a Príncipe Pío, donde cogerá el Ramal. Precisamente en Laguna queda claro que los trabajos siguen su curso: no se puede acceder a uno de los andenes (un cartel recuerda a los maquinistas que no abran las puertas en el sentido de bajada a él), donde se acumulan detrás de vallas elementos del mobiliario retirados o por colocar. Hay que señalar que la intervención en la circular para automatizar los trenes y colocar mamparas en los andenes no termina con este período de cierres parciales, se alargará hasta 2027. Así, los trabajos continúan por la noche o en zonas restringidas al tránsito. Por ello los convoyes van todavía con conductor en esta parte reabierta y lo mismo pasará cuando el 31 de diciembre esté de nuevo operativa toda la línea.

Está por ver si con la renovación final los tiempos de viaje descienden de manera más notoria, otra de las grandes promesas del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso al acometer este proyecto. De momento, recorrer el tramo abierto entre Legazpi y Moncloa (12 paradas), lleva 26 minutos. Unos tiempos similares a los anteriores a la clausura, más si cabe teniendo en cuenta que este trazado transporta una cantidad de viajeros inferior a la que lo utilizarían con toda la circular activa. Igual que a veces Roberta toma las líneas 5 y 9 en vez de la 6, muchas personas han cambiado la circular por combinaciones alternativas de Metro, Cercanías o bus para llegar a sus destinos habituales u ocasionales.
Como apunte curioso, si Roberta toma la línea 9 para llegar a Sainz de Baranda, podría toparse con los mismos trenes en los que se montaba con su ruta anterior. Desde Metro de Madrid detallan que trenes de la serie 5000, que funcionaban a 600 voltios en la línea 6, se han trasladado a la 9, donde ahora prestan servicio junto con los modelos 8000 de la empresa CAF y 7000 y 9000 de la compañía AnsaldoBreda.
Moncloa, la zona cero del corte: “Hay muchísima gente y toda va con prisa”
El tramo abierto y el cerrado de la línea 6 no son compartimentos estancos. Muchas personas cubren parte de sus trayectos entre las estaciones ya operativas para después tomar otro transporte en Moncloa. Es el caso de miles de estudiantes, que ahí echan mano de algunos de los tres servicios especiales de EMT que conectan con Ciudad Universitaria. Además del SE6, que cubre todo lo cerrado, está la lanzadera SE7 (ideada específicamente para alumnado, docentes y personal de las facultades) y el SE5, que va de Moncloa a Cuatro Caminos parando en las estaciones intermedias (Ciudad Universitaria, Vicente Aleixandre y Guzmán el Bueno).
Manu pilla el suburbano en Alto de Extremadura, recorre cuatro estaciones en la circular hasta Moncloa y ahí toma alguno de estos buses: “El que llega a Cuatro Caminos ni lo conocía, la verdad. Desde que han puesto el que va directo a Ciu es el que cojo, pasan más o menos a buen ritmo. Es un poco bajona, con que la 6 cerrara una parada más adelante podría ir en Metro y listo, pero bueno tampoco es un drama. Al menos para mí, vaya”. Según Metro de Madrid, esta lanzadera transportó más de 23.000 personas en su primera semana de funcionamiento. A su vez, ya han utilizado la SE6 más de 3 millones de viajeros y la SE5 unos 136.000.
Es un poco bajona, con que la línea 6 cerrara una parada más adelante podría ir en Metro [a Ciudad Universitaria] y listo, pero bueno tampoco es un drama. Al menos para mí
Cuenta que una de las razones por la que sus compañeros de piso y él se mudaron a su zona era la buena comunicación con la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense: “Es una zona no tan carilla y te plantas en la uni en cinco paradas, está muy bien para cuando se te pegan las sábanas”. Un lujo que ya no puede permitirse. O no tanto.
Este estudiante relata, sin embargo, que, más que esta demora en sus viajes, lo que le inquieta del nuevo itinerario es “el mareo de ir de un sitio a otro”. Dice que en el intercambiador “hay muchísima gente y toda va con prisa, es un estrés”. Una sensación de ansiedad acrecentada por la acumulación de cartelería sobre las alternativas por el cierre de la 6. Aunque necesaria por la cantidad de servicios alternativos, las señales amontonadas crean cierto estado de agobio en el viajero.
Claro que mucho mejor eso a su ausencia, como queda claro al salir del Metro en Moncloa para tomar uno de los servicios especiales. La planta del propio Metro y la exterior están repletas de indicaciones, pero en la intermedia (donde se toman buses interurbanos y de larga distancia) se echan en falta señales que aclaren la necesidad de subir al siguiente piso.
Ya en el exterior, destacan el buen ritmo en la salida de buses del SE6 sentido Legazpi y el SE7 a Ciudad Universitaria, aunque los buses parten ya repletos. La congestión del tráfico impide luego que su velocidad en hora punta sea equiparable a la del transporte subterráneo, pero las altas frecuencias mitigan las aglomeraciones y los retrasos. Los hay, pero no tan agudos como los que se vieron a principios de septiembre.

Tampoco como los que se ven en líneas habituales de EMT. En la 164, que conecta Moncloa con El Pardo y cuya parada está pegada a la del SE6, el número de viajeros acumulado es mucho mayor. Obreros, empleadas del hogar y alguna pareja de jubilados llenan el autobús cuando acaba por llegar.
En el caso del SE5 no puede hablarse tampoco de buenas frecuencias. Al menos durante la visita de Somos Madrid mantiene unos tiempos de salida muy mejorables. A las 9.45 parte un bus 12 minutos después de que lo hiciera el anterior, para desesperación de los viajeros que esperan a utilizarlo. Dos de ellos desisten y se van al SE6. Pese a las malas frecuencias, estos buses no van demasiado repletos. Al menos a su salida en Moncloa, ya que luego suelen acumular demoras asociadas al tráfico. Puede que, como decía Manu, mucha gente ni siquiera acaba de enterarse de que existe. No será por falta de carteles.
Fuente: Guillermo Hormigo en eldiario.es