La industria de combustibles fósiles ya conocía en 1954 el grave peligro de su negocio para el clima

Salen a la luz documentos que demuestran que la Air Pollution Foundation (Fundación sobre la La industria de combustibles fósiles financió ya en 1954 una de las iniciativas fundacionales de la ciencia climatológica mundial, como demuestran unos documentos que han salido a la luz recientemente, entre ellas la investigación pionera de Charles Keeling, conocido por la llamada curva de Keeling, que traza la evolución ascendente de los niveles de dióxido de carbono en la Tierra. Dichos documentos revelan que un grupo de empresas petroleras y fabricantes de automóviles aportó 13.814 dólares (unos 158.000 dólares al valor actual) en diciembre de 1954 para financiar los primeros trabajos de Keeling para la medición de los niveles de CO2 en el oeste de EE UU.

combustiblesfosiles

Keeling seguiría registrando las mediciones continuas del CO2 global en el Observatorio de Mauna Loa en Hawai. Esta curva de Keeling muestra el aumento constante del carbono atmosférico causante de la crisis climática y se considera uno de los trabajos científicos más importantes de los tiempos modernos. La industria de combustibles fósiles respaldó a un grupo, la Air Pollution Foundation (Fundación sobre la Contaminación Atmosférica), que a su vez proporcionó financiación a Keeling para la medición del CO2, paralelamente a un proyecto de investigación sobre el smog que asolaba regularmente la ciudad de Los Ángeles en aquella época. Esto es anterior a cualquier investigación climatológica financiada por compañías petroleras conocida previamente.

::Pasa en Carabanchel::

En la descripción del proyecto de investigación ‒descubierta por Rebecca John, investigadora del Climate Investigation Center (Centro de Investigación del Clima) y publicada en la web DeSmog‒ adjunto a la solicitud de financiación, el director de investigación de Keeling, Samuel Epstein, escribió sobre un nuevo análisis de isótopos de carbono que permitiría identificar “cambios en la atmósfera” causados por la combustión de carbón y petróleo. “Las posibles consecuencias de un cambio de la concentración de CO2 en la atmósfera con respecto al clima, las tasas de fotosíntesis y las tasas de equilibración con el carbonato oceánico podría tener en última instancia un significado notable para la civilización”, escribió Epstein, investigador del Instituto de Tecnología de California (Caltech), en noviembre de 1954.

Personas expertas dicen que los documentos demuestran que le industria de combustibles fósiles estuvieron profundamente implicadas en el nacimiento de la ciencia climatológica moderna, junto con las advertencias por parte de esta de los graves daños que causará el cambio climático, todo para negar públicamente sus conclusiones durante décadas y financiar continuos esfuerzos por aplazar toda acción para hacer frente a la crisis climática.

“[Los documentos] contienen la prueba palpable de que por lo menos desde 1954 la industria de combustibles fósiles estaba al tanto del potencial de sus productos para alterar el clima de la Tierra a una escala significativa para la civilización humana”, ha declarado Geoffrey Supran, experto en desinformación histórica sobre el clima de la Universidad de Miami. “Estos hallazgos constituyen una confirmación alarmante de que las grandes petroleras han estado al corriente de los hallazgos de la climatología académica durante 70 años –el doble de lo que yo llevo viviendo– y un recordatorio de que sigue estándolo ahora mismo. Pone en ridículo el negacionismo climático de la industria petrolera durante las décadas posteriores.”

Investigaciones anteriores de registros públicos y privados han descubierto que las principales compañías petroleras se dedicaron durante décadas a realizar su propia investigación científica sobre las consecuencias de la combustión de sus productos, en muchos casos hasta un grado de precisión increíble. Así, un estudio del año pasado reveló que científicos de Exxon formularon predicciones “sorprendentemente” precisas del calentamiento global en las décadas de 1970 y 1980.

Los nuevos documentos descubiertos demuestran ahora que la industria ya conocía el impacto climático potencial del CO2 en 1954, curiosamente gracias al trabajo de Keeling, quien entonces era un investigador del Caltech de 26 años de edad que realizaba prácticas de formación midiendo los niveles de CO2 por toda California y en las aguas del océano Pacífico. No hay indicios de que la financiación de la industria distorsionara de alguna manera su labor. Los hallazgos de esta investigación llevaron al científico estadounidense a continuar experimentando sobre el volcán de Mauna Loa en Hawai, registrando de modo continuo los niveles peligrosamente ascendentes de dióxido de carbono en el planeta.

Keeling murió en 2005, pero su labor seminal sigue viva. En estos momentos, el nivel de CO2 en la atmósfera de la Tierra es de 422 partes por millón, que es casi un tercio más alto que la primera lectura realizada en 1958y supone un salto del 50 % sobre los niveles preindustriales. Este seguimiento fundamental del principal gas causante del calentamiento global, que ha llevado las temperaturas de todo el mundo a niveles más elevados que los que ha conocido jamás la civilización humana, nació en parte gracias al respaldo dado a la Air Pollution Foundation.

Un total de 18 fabricantes de automóviles, entre ellos Ford, Chrysler y General Motors, dieron dinero a la fundación. Otras entidades, como bancos y empresas del comercio minorista, también aportaron fondos.

Paralelamente, un memorando de 1959 identifica el American Petroleum Institute (API), el principal lobby estadounidense del petróleo y el gas, y la Western Oil and Gas Association, que actualmente se denomina Western States Petroleum Association, como “importantes contribuyentes a los fondos de la  Air Pollution Foundation”. No está claro cuándo exactamente la API comenzó a financiar a la fundación, pero desde mediados de 1955 había un representante suyo en un comité de investigación. Una declaración política de la Air Pollution Foundation de1955 califica la contaminación atmosférica de “uno de los problemas más graves a que se enfrentan las zonas urbanas en California y otros lugares” y afirma que la cuestión se abordará mediante “una investigación diligente y honesta, una acción sabia y efectiva”.

Los documentos publicados provienen de los archivos de Caltech, los Archivos Nacionales de EE UU, la Universidad de California en San Diego y periódicos de Los Ángeles de la década de 1950, y representan lo que puede ser el primer caso que demuestra que la industria de combustibles fósiles estaba al tanto de las nefastas consecuencias potenciales de su modelo de negocio.

Al principio, la industria del petróleo y del gas se preocupó de investigar todo lo relacionado con el smog y otros contaminantes atmosféricos antes de ramificarse a los correspondientes efectos en el cambio climático, de acuerdo con Carroll Muffett, director ejecutivo del Center for International Environmental Law (Centro de Derecho Medioambiental Internacional). “Continuamente te encuentras con la industria del petróleo y del gas, era omnipresente en ese espacio”, dice. “La industria no solo estaba al corriente, sino que era totalmente consciente de las implicaciones climáticas potenciales de sus productos durante 70 años.”

Muffet piensa que los documentos proporcionan un nuevo impulso a los esfuerzos en varias jurisdicciones por exigir responsabilidades a las empresas petroleras y gasistas por los daños causados por la crisis climática. “Estos documentos hablan de las implicaciones planetarias que tienen las emisiones deCO2, lo que supone que esta industria entendió muy temprano que la combustión de combustibles fósiles tiene profundas consecuencias a escala planetaria”, señala. “Hay pruebas fehacientes de que la industria del petróleo y del gas ha estado engañando al público y a las autoridades en lo tocante a los riesgos climáticos de su producto durante 70 años. Confiar en ella para que forme parte de la solución es insensato. Ha llegado el momento de exigir responsabilidades.”

Fuente: Oliver Milman en The Guardian | Traducción: vientosur.info

También podría interesarte