El manifiesto que lanzamos este año nace del cansancio y del encuentro entre nosotras: de saber que, pese a toda la retórica que invisibiliza esta enfermedad, seguimos sobreviviendo con secuelas que apenas se nombran

Este 19 de octubre volveremos a ocupar las calles y no será para posar con lazos ni para dejarnos fotografiar entre globos rosas. Será para gritar que el cáncer de mama no es un color ni una historia de superación. Es una enfermedad que mata a una mujer cada 90 minutos en el Estado español, que deja cuerpos cansados, duelos sin cerrar y vidas sostenidas a pulso por mujeres que no se resignan. Es dolor, dignidad y vida en común.
No queremos más campañas solidarias que financian laboratorios privados
El manifiesto que lanzamos este año nace del cansancio y del encuentro entre nosotras: de saber que, pese a toda la retórica que invisibiliza esta enfermedad, seguimos sobreviviendo con secuelas que apenas se nombran, pero no solo. En 2024 murieron 6.604 personas por cáncer de mama, 6.513 de ellas mujeres, un uno por ciento de los casos que se diagnosticaron fueron a hombres. Cada año hay más diagnósticos, cada vez en mujeres más jóvenes. Si no se invierte en investigación pública y transparente, la incidencia podría aumentar hasta un 77 por ciento en 2050. No son cifras, son vidas. Las de Marta, María, Irantzu, Itxaso, Patricia, Eider, Maider, Paula, Iride, Sara, Laura, Ainara, Mariset, Leire, Belén, Iratxe, Aitziber, Agurtzane, Sonia, Miriam, Maribel, Olga, Cristina, Rakel… No eran números. Eran nuestras compañeras.
Sin investigación no hay futuro
La investigación debe estar al servicio de la vida, no del beneficio. No queremos más campañas solidarias que financian laboratorios privados mientras las pacientes seguimos sin acceso a los tratamientos. Soñamos con una farmacéutica pública que recoja los frutos de lo invertido colectivamente y garantice que los avances lleguen a todas. Queremos una legislación que priorice la investigación en cáncer de mama metastásico, porque esa es la cara más dura y olvidada de esta enfermedad.
Hasta un 30 por ciento de las mujeres diagnosticadas en fases iniciales acaban desarrollando metástasis, y entre un cinco y un seis por ciento la tienen ya en el momento del diagnóstico. Hoy sigue siendo incurable, y la esperanza de vida media no supera los cinco años. Invisibilizar esta realidad es una forma de violencia. Exigimos financiación específica, acceso equitativo a medicamentos innovadores y protocolos de atención integrales. La investigación es vida, pero también lo es la psico-oncología, la fisioterapia, los cuidados paliativos y el acompañamiento social. No se trata solo de alargar la vida, sino de vivirla con calidad, dignidad y apoyo.
El cáncer no es un añito malo
El “post cáncer” no es un capítulo feliz. Es otra forma de seguir luchando. Tras la cirugía, la quimio o la radio, muchas mujeres convivimos con fatiga crónica, insomnio, dolor articular, osteoporosis, niebla mental, infertilidad o menopausia precoz. Nos dicen que “ya está”, pero el cuerpo y la mente no vuelven a ser los mismos. El sistema sanitario no ofrece aún un seguimiento integral que atienda esas secuelas. Reclamamos unidades que incluyan fisioterapia, nutrición, salud mental, sexología y atención ginecológica especializada.
La salud mental sigue siendo la gran ausente. La ansiedad, el miedo a la recaída, la depresión o el duelo por la pérdida de la fertilidad no son anécdotas: son parte del cáncer. Pedimos apoyo psicológico gratuito y especializado para todas las pacientes. Porque el cáncer no solo enferma el cuerpo: trastoca toda la vida.
El acceso a diagnósticos y tratamientos sigue dependiendo del código postal, de la clase social o de la situación laboral
Salud pública y justicia social
El cáncer de mama no golpea a todas por igual. El acceso a diagnósticos y tratamientos sigue dependiendo del código postal, de la clase social o de la situación laboral. Demasiadas mujeres se ven obligadas a pagar pruebas privadas o medicamentos que el sistema público aún no financia. Las desigualdades sanitarias se convierten en desigualdades vitales.
Queremos cribados más tempranos, gratuitos y adaptados a la realidad de las mujeres jóvenes; centros de referencia en todo el territorio; y protocolos unificados que garanticen la equidad. Pero también exigimos que se reconozca el impacto social del cáncer: las bajas que consumen el paro, las autónomas sin red, los tribunales médicos que dan altas en pleno tratamiento. Necesitamos una reforma laboral y administrativa que contemple el cáncer como una enfermedad de largo recorrido, con flexibilidad y protección real. Porque el cáncer no se combate solo en los hospitales, también en los derechos laborales y sociales.
Nos negamos a que se utilice nuestro dolor para vender cosméticos, sujetadores o productos “solidarios”
Basta de pinkwashing
El 19 de octubre no es un día para campañas comerciales. Nos negamos a que se utilice nuestro dolor para vender cosméticos, sujetadores o productos “solidarios”. La mayoría de esas empresas destinan porcentajes ínfimos a la investigación y, sin embargo, construyen su imagen sobre nuestro sufrimiento. No queremos escaparates rosas, queremos políticas públicas. El cáncer de mama no es un lazo, no es una historia de superación individual. Es una cuestión de salud pública y de justicia social.
Prevenir también es político
Mientras se nos repite que llevemos “una vida sana” y que “nos toquemos el pecho”, seguimos respirando, comiendo y consumiendo sustancias tóxicas y cancerígenas. La prevención real empieza antes de la autoexploración: empieza en el aire, en el agua, en la comida, en los productos que usamos. Exigimos políticas valientes que prohíban los contaminantes y exijan responsabilidad a las industrias. La prevención no es una cuestión de moral individual, sino de decisión política.
Escuchar al presidente Moreno Bonilla decir que lo hicieron “para evitar ansiedad” a las mujeres es machista, paternalismo y mentira
No fue un fallo técnico
Este año queremos mostrar nuestro apoyo y sororidad con las mujeres de Andalucía; no podemos callar ante lo ocurrido cuando cientos de mujeres que esperaron durante meses una llamada para sus cribados que nunca llegó. No es un error administrativo, es una cadena de negligencias que ha puesto en riesgo la salud y la vida de muchas mujeres con efectos en sus vidas que si se pueden borrar. El cáncer no espera. Escuchar al presidente Moreno Bonilla decir que lo hicieron “para evitar ansiedad” a las mujeres es machista, paternalismo y mentira. Infantiliza a las mujeres. La ansiedad la provoca la espera, la falta de información, la sensación de que tu salud no importa. Nos sumamos a Amama en la petición de responsabilidades y garantías de que algo así no volverá a repetirse.
Este 19 de octubre nos concentraremos en Madrid, Bilbao, Donosti, Barcelona y Valencia. Lo haremos con la certeza de que no estamos solas y de que somos muchas las que vamos a decir todas las veces que haga falta que el cáncer de mama no es rosa.
*Violeta Assiego Cruz es parte del movimiento el cáncer de mama no es rosa
Fuente: Violeta Assiego en pikaramagazine.com