Frente a la estrategia del odio y la deshumanización, fortalecer los valores de solidaridad, cooperación y justicia

En este inicio del curso político seguimos asistiendo con horror a un crimen que no puede nombrarse de otra manera que como un genocidio: la agresión sistemática de Israel contra el pueblo palestino. Las imágenes de niñas muertas de hambre, ciudades arrasadas, hospitales destruidos y familias enteras enterradas bajo los escombros revelan la magnitud de una tragedia que interpela a toda conciencia. Se trata de un conflicto, de una herida abierta en la dignidad humana que exige una respuesta política y social a la altura de la historia. Callar es ser cómplice; mirar hacia otro lado es legitimar la barbarie.
En este verano hemos asistido al desarrollo de una estrategia fascista que alimenta el odio, la deshumanización y la confrontación entre vecinos, frente a esta estrategia del odio debemos fortalecer los valores de solidaridad, cooperación y justicia. El fascismo pretende dividir, enfrentar y degradar la vida pública; nuestra tarea colectiva es reconstruir la idea de comunidad, donde nadie quede atrás y donde la dignidad humana sea el centro de toda decisión política. La complicidad del Partido Popular con esta ofensiva racista lo asemeja a la parte más extrema de la derecha europea.
En estos próximos meses vamos a tener que afrontar retos que exigen la máxima determinación: garantizar el derecho a la vivienda frente a la especulación inmobiliaria, blindar la sanidad pública frente a la privatización encubierta y asegurar una educación de calidad que sea motor de igualdad. Izquierda Unida tiene que situarse como la organización que en las instituciones y en la calle defienda medidas socialmente avanzadas que demuestren que el problema de la vivienda tiene un solución desde la izquierda.
Al mismo tiempo es momento de reforzar el feminismo, como movimiento con capacidad de impugnar el fascismo y que hoy encara un ataque frontal por parte de quienes pretenden fortalecer un orden patriarcal que sirve de soporte ideológico al autoritarismo.
La lucha por la paz se erige como otra bandera imprescindible, para ello deberemos continuar el trabajo iniciado en el Foro Internacional por la Paz de junio para proyectar un horizonte donde la resolución de conflictos pase por la diplomacia, la cooperación y el respeto a los pueblos, no por la guerra permanente.
En este contexto, la Fiesta del PCE de septiembre en Rivas, debe convertirse en un punto de encuentro para todas las fuerzas que quieren disputar la hegemonía ideológica, social y política al fascismo. Que la Fiesta de 2025 sea un espacio de debate, organización y esperanza para quienes creen que otro mundo no solo es posible, sino urgente.
Fuente: mundoobrero.es