Una isla en el Manzanares

Ahora que tanto se habla de las playas proyectadas dentro del plan Madrid Río(2010), vale la pena recordar que nuestra ciudad ya tuvo aire marinero.

La fantasía de tener zonas de baño en el Manzanares se hizo realidad en los años treinta del siglo XX, con dos piscinas emblemáticas: una metida en el cauce mismo del río, construida como si fuera un barco varado, sobre los lomos de una isla (decimos bien, una isla) y la otra surgida alrededor de un embalse, en el Monte de El Pardo. Sus nombres, la Piscina de la Isla y la Playa de Madrid, hace mucho que son sólo un recuerdo.

Hablaremos en este artículo solamente de la primera. Comenzamos con la isla sobre la que fue levantada, una construcción artificial, aunque no completamente, ya que se asentaba sobre una verdadera isla del río, como tal reflejada en la cartografía histórica de la ciudad, de aproximadamente 300 metros de largo por 20 de ancho.

Siempre se han puesto en cuarentena las islas que aparecen en el Manzanares en los antiguos planos de Madrid. Se ha considerado que eran exageraciones de los cartógrafos, que fantaseaban intentando enaltecer a nuestro pequeño río.

Aunque esto es así en la mayoría de los viejos mapas, en otros no cabe pensar en ningún tipo de recreaciones. Es el caso del célebre y acreditado plano de Pedro Teixeira, de 1656, cuyo rigor y precisión tanto han ayudado a conocer la historia de Madrid y en el que se pueden contabilizar hasta seis islas.

Tampoco deberían cuestionarse los planos de periodos posteriores, sobre todo los del siglo XIX, elaborados con técnicas muy depuradas y con escaso margen para la fantasía, donde también se dibuja un Manzanares con varias islas.

La presencia de islas en el río puede causar sorpresa, habida cuenta su escaso caudal. Pero no hay que olvidar que, en el Monte de El Pardo, poco antes de que el río penetre en el área urbana, se forman islas a partir de remansos, que la corriente rebasa, hasta configurarse otro brazo de agua.

La isla que nos interesa estuvo situada a escasos metros del actual Puente del Rey, aguas arriba. Siempre estuvo ahí, si nos fiamos del prestigioso plano de Teixeira y de los elaborados posteriormente (y no hay razones para no hacerlo).

Detalle del plano de Pedro Teixeira, de 1656, con la isla en la que, bastante tiempo después y con muchas transformaciones, se construiría una piscina pública.

Seguramente era una isla diminuta y sucia, despreciada para cualquier iniciativa urbanística (no se podía esperar otra cosa de nuestro pequeño Manzanares). A pesar de su aspecto, consiguió llamar la atención de alguien, que la eligió como el insólito escenario para levantar una de las primeras piscinas públicas de Madrid y, convenientemente transformada, acoger una de las más bellas arquitecturas racionalistas que ha tenido la capital.

El primer tercio del siglo XX supuso el reencuentro de la ciudad con el Manzanares.

En palabras del arquitecto Enrique Domínguez Unceta, “en ningún otro momento había dedicado Madrid tanta atención a su río”, que no sólo fue saneado y encauzado (la primera canalización se llevó a cabo entre 1914 y 1925), sino que también fue objeto de un Plan General, redactado en 1930, en el que se contemplaba la creación de zonas de baño y otros equipamientos.


La isla vuelve a aparecer en estos tres planos del siglo XIX, fechados en los años 1844, 1848 y 1870-73, respectivamente

::Pasa en Carabanchel::

La Piscina de la Isla era una parte fundamental de esta ambiciosa actuación urbanística, junto con la ya mencionada Playa de Madrid, considerada, esta última, como la primera playa artificial de España. Las obras comenzaron en 1931, recién instaurada la Segunda República.

Primera canalización del río Manzanares, a la altura del Puente de la Reina Victoria. Siguiendo el cauce hasta el extremo de la imagen, se observa parcialmente la isla.

El conjunto fue diseñado por Luis Gutiérrez Soto, que hizo suyo el racionalismo arquitectónico imperante en la época, tomando como referencia el Club Náutico de San Sebastián, acabado un año antes. La isla utilizada como solar fue ampliada y acondicionada hasta modelar la forma de un gran buque varado, con su proa y popa, su babor y estribor.

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Vista aérea de la Piscina de la Isla, donde se aprecia claramente su forma de buque.
La zona boscosa de la izquierda es la Casa de Campo

Las instalaciones eran de carácter privado y constaban de tres piscinas (dos exteriores, “en la proa y en la popa”, y una interior), además de solarium, restaurante, bar, zona de juegos y gimnasio. El acceso se hacía a través de dos pasarelas peatonales, situadas en ambas orillas.

La piscina sufrió algunos destrozos durante la Guerra Civil, que fueron reparados durante los primeros años del franquismo. Estuvo dando servicio hasta febrero de 1954, cuando fue derribada con motivo de las obras de la segunda canalización del Manzanares. La isla que le servía como base también fue eliminada, ya que constituía un obstáculo para el nuevo sistema de exclusas proyectado.

El buque varado en medio del Manzanares desapareció para siempre y la historia de reencuentro de la ciudad con su río comenzó a enfriarse, hasta romperse por completo a raíz de la construcción de la M-30, en los años setenta del siglo XX. Con el soterramiento de esta autopista en 2007, el río empieza otra vez a ser considerado, pero queda por ver cómo será la reconciliación.

Plano del entorno de la isla, en la placa instalada en la Glorieta de San Vicente en el año 2009, dentro del proyecto Madrid Río.

Fuente: pasionpormadrid.com

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