La tradición continúa y dentro de unos días volveremos a tener un cambio de horario, el primero de 2023. ¿En qué medida se beneficia de ello la población y la economía? Aquí te contamos más
En la madrugada del próximo domingo 26 de marzo, tanto en la Península Ibérica y Baleares como en el archipiélago canario, comienza el horario de verano, en el que se añaden 60 minutos a la hora legal vigente. Así, al amanecer del sábado al domingo, los relojes deberán adelantarse una hora, lo que en la práctica creará el día más corto del año.
Estos momentos bianuales de cambio de hora, de cambio de rutinas, son vistos como positivos por mucha gente. El cambio del horario de verano al de invierno, que se produjo por ejemplo el pasado mes de octubre, supone una hora más de sueño, lo que para muchos es un punto muy positivo, pero también significa días más cortos y noches más largas. El próximo cambio de hora, en cambio, nos dejará con una hora menos para dormir durante la madrugada del domingo 26, pero días naturales más largos, anticipando los días soleados de la primavera y el verano.
El primer año en que se cambió la hora en Europa fue en 1916, durante la Primera Guerra Mundial, con dos objetivos claros: ahorrar recursos energéticos esenciales como el carbón y aumentar las horas de luz solar, tanto por la mañana como al final del día. Ya en los años 70, la gran crisis energética relacionada con el comercio del petróleo hizo que se mantuviera el cambio de hora entre verano e invierno.
En términos de distribución espacial, en todo el mundo, sólo las regiones ecuatoriales nunca han adoptado el cambio de hora. La mayoría de los países de Europa y Norteamérica utilizan este sistema, así como algunos países de Sudamérica, África y Oceanía. El continente asiático es en el que menos se aplica este sistema.
Una medida cada vez más cuestionada
Es bien sabido que los cambios de hora pueden tener implicaciones para la salud y el bienestar de la población, ya que provocan trastornos del sueño y alterar las funciones del cuerpo humano. Nuestro ritmo circadiano, o “reloj biológico”, puede verse gravemente afectado añadiendo o quitando 60 minutos al reloj, dos veces al año, según sostienen estudios internacionales.
[En España ya están publicadas en el BOE las fechas de todos los cambios de hora hasta 2026. Por tanto, seguiremos atrasando y adelantando relojes unos años más.]
Sabiendo esto, el Parlamento Europeo y la Comisión Europea votaron a favor de abolir esta medida en la Unión Europea. Sin embargo, la adopción de esta propuesta depende de una posición del Consejo de la Unión Europea, que aún no ha llegado. En España como mínimo parece que se mantendrá hasta 2026, y ya se publicaron en el BOE todas las fechas con los cambios de los siguientes años.
Por otro lado, en un momento en el que aún no nos hemos recuperado del todo de la crisis energética causada por la guerra de Ucrania, el debate en torno al ahorro energético ha cobrado un nuevo impulso en los últimos meses. A nivel internacional se cree que el cambio de hora “no tiene un efecto significativo en el ahorro energético” porque en términos de duración natural del día el cambio al horario de verano, por ejemplo, hace que se ganen horas de luz por la tarde pero se pierdan por la mañana.
La población está cada vez más dividida con la cuestión del cambio de hora, y por ejemplo con el de verano se gana luz por la tarde, pero se pierde por la mañana.
Cada vez parece más difícil alcanzar un consenso entre los expertos, ya que esta medida depende de varios factores, transversales a diversas áreas de estudio como la salud, la economía y la ciencia.
Fuente: João Tomás-Meteored Portugal en tiempo.com