Ninguna tortuga marina se libra de la epidemia de los microplásticos.

Un estudio de las universidades británicas de Exeter y Plymouth ha analizado más de cien tortugas marinas del Pacífico, el Atlántico y el mar Mediterráneo, y todas ellas tenían microplásticos en su estómago.

En las tortugas del mar Mediterráneo es donde más partículas de plásticos han encontrado, procedentes de las prendas de ropa (principalmente del poliéster), neumáticos, filtros de cigarrillos o redes de pesca desintegradas. Pero además estos pueden tener su origen en objetos mucho más cotidianos como botellas, bolsas u otro tipo de envases y envoltorios que usamos en nuestro día a día y que, una vez en el mar, se van rompiendo en trozos cada vez más pequeños por acción del viento, la luz del sol o el oleaje.

Se calcula que más de 170 especies marinas contienen plástico en su interior, desde las ballenas que acaban muertas en nuestras costas con kilos y kilos de plástico en su estómago, hasta las tortugas marinas como las de este estudio, que pueden ingerir microplásticos o incluso ahogarse al confundir las bolsas de plástico que flotan en el mar con su alimento favorito, las medusas.

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Pero los terribles efectos de los microplásticos van más allá de la vida marina: ahora hay evidencias científicas de que se transfieren a lo largo de la cadena alimentaria y pueden llegar hasta nuestros platos.

¿Cuántos estudios más como este necesitamos para que las grandes empresas frenen la producción de plásticos de un solo uso, que se prevé que se cuadruplique para 2050?

En Greenpeace han puesto nombre y apellidos a los culpables: Coca-Cola, PepsiCo, Danone, Nestlé, Colgate-Palmolive, Johnson & Johnson, Unilever, Kraft Heinz, Mars, Mondelez, y Procter & Gamble encabezan la lista de empresas que, con su modelo de negocio, siguen vendiendo millones de toneladas de plástico que terminan inundando los océanos.

En la campaña de plásticos de Greenpeace trabajan para que empresas y supermercados se comprometan a reducir el uso de plásticos de un solo uso, rediseñen los sistemas de distribución para eliminar el sobreembalaje, ofrezcan alternativas sostenibles y se responsabilicen de la contaminación por plásticos que está inundando nuestros océanos.

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