Gruta 77 y el sector musical se reinventan frente a la pandemia, conciertos ‘online’ de pago

  • Comienzan a surgir diferentes iniciativas para ofrecer conciertos por streaming a cambio de pagar una entrada
  • La banda asturiana de punk-rock Desakato ha programado un concierto online el 4 de junio por 6 euros: “Aseguramos una buena escenografía, sonido e iluminación”
  • En Madrid, la sala Moby Dick o Gruta 77 se han aventurado a este tipo de eventos. En Navarra, la administración pública organiza el “Km Zero Fest”

El teatro, el cine, los libros, la música…El sector cultural, como tantos otros, se enfrenta a unos tiempos complicados para su profesión. Algunos eventos poco a poco podrán ir realizándose. Todos, con límites estrictos de aforo. Ya nada será como antes en un periodo de tiempo indeterminado que nadie sabe cuánto va a durar. El mundo de la música comenzó el confinamiento ofreciendo directos desde casa o componiendo canciones. Los contenidos se ofrecían de forma gratuita y como forma de entretenimiento en unos momentos complicados para la población. Pero el todo gratis no puede durar eternamente. Desde el sector están comenzando ya a surgir iniciativas experimentales para, de alguna manera, reinventarse: los conciertos online de pago.

Los modelos, no demasiados, que ya se conocen de este tipo de eventos son diversos. Algunos han surgido por iniciativa de salas de conciertos. Otras, por predisposición de los propios grupos. También las promotoras musicales le están dando vueltas a organizar conciertos online e incluso las administraciones públicas. Obviamente, en algunos de los ejemplos la combinación de intereses es la clave.

Una de las iniciativas pioneras ha sido el festival DigitalFep. Se inició ayer viernes con el concierto del grupo Indigo Drone desde la sala Moby Dick en Madrid. Hoy el evento celebra su segunda cita, con un concierto de Los Punsetes en el mismo espacio. Las entradas para disfrutar el concierto online desde casa se han vendido por 3 y 10 euros (la VIP) para el primer concierto y por 8 y 15 para el segundo. Paralelamente, la fase 1 en este territorio permite que asistan hasta 30 personas a un evento de estas características.

Germán Ormaechea es el CEO de la promotora DigitalFep, músico, dj y promotor musical. “Cuando explotó la pandemia teníamos varias bandas con giras y muchas fechas. Se canceló todo. Empecé a emitir streamings desde casa como dj y generé bastante atención. Junto con otra gente empezamos a darle vueltas para hacer algo, había que irse a las salas en cuanto se pudiera, tener los sonidos de la sala, con cámaras y que el contenido fuera de calidad para poder cobrar algo”, explica a cuartopoder.

El objetivo con la recaudación sería, primero, cubrir los gastos del evento. “Pensamos que esto podía durar en el futuro cuando pudieran convivir aforos pequeños con eventos online. Si la Moby Dick solo puede tener 30 personas pues hay que tener otra fuente de ingresos para la sala y la banda de gente que lo siga desde casa, pagando menos”, añade. La idea es combinar en el futuro, que permitan Moby Dick que pueda tener 80 personas en la sala y que haya 500 en casa, por ejemplo. Es un complemento importante”, continúa.

Desde DigitalFep han ideado una plataforma propia para tener la venta de entradas, el streaming, etc. Ormaechea es consciente de que las tres partes, sala, promotora y grupo, “van a riesgo” con este tipo de conciertos. Los porcentajes de ingresos se acuerdan previamente. “Moby lo vio muy rápido que había que hacerlo, estaban con ello en la cabeza. Ahora me están llamando muchas salas que quieren hacer algo parecido. A nivel mediático hemos generado mucho ruido y debate”, destaca.

La gran incógnita, evidentemente, es cuántas personas están dispuestas a pagar por ver un concierto desde su televisión u ordenador. “Está todo el mundo esperando a ver cuántas vendemos”, comenta Ormaechea. “Ahora es el momento de apoyar. La entrada, si son 8 euros y te puedes juntar con más gente en casa, te sale muy barata. “Es el momento de apostar y apoyar a las salas y las bandas, esa es la filosofía”, concluye.

Desde la sala Moby Dick, Carolina Pasero, programadora de los conciertos, señala que no quería permitir que la sala estuviera cerrada más tiempo. Y por ello han decidido adaptar su espacio para esta fase 1. Su aforo “normal” es de 250 personas. “Cuando vayamos pasando de fases iremos incrementando el aforo presencial según nos dejen. Y cuando podamos vender bebidas, mejor”, afirma.

Los streamings de este fin de semana, recuerda Pasero, empezarán con una pequeña entrevista al grupo. Luego habrá 35-40 minutos de directo y los que hayan comprado la entrada VIP tendrán un rato para charlar con la banda ya en privado después del concierto y de forma online.

“Ya estamos planeando qué hacer en las próximas semanas, Tenemos muchas solicitudes de información, iniciativas que se lo están pensando, etc. Aunque no tengamos beneficios, nos conformamos con no perder mucho de momento. Hemos preferido hacer esto antes de estar hasta octubre cerradas”, afirma. Pasero destaca, además, que las entradas presenciales se vendieron solo en las primeras dos horas que estuvieron a la venta. “Son pocas pero dice mucho también del interés de la gente, que tiene ganas de directo”, concluye.

Conciertos con donativo

La sala Gruta 77 es una de las más emblemáticas de Madrid. Situada en el barrio de Carabanchel y con aforo habitual de 300 personas, también andan dándole vueltas a qué hacer estas semanas. El pasado jueves ofrecieron un >>concierto desde allí de forma online con el grupo Mamá Ladilla<<. En su caso a puerta cerrada y con entrada voluntaria, tipo donativo.

“Los del rock & roll estamos estudiando leyes”, señala Indio Zammit, el Indio, dueño y programador de la sala. Para ellos es más complicado adaptar su aforo o colocar las sillas de la forma que se debe hacer en esta fase. Próximamente estudiarán qué hacer con los avances de los siguientes pasos de la desescalada respecto al aforo presencial. El pasado jueves a nivel económico funcionó muy bien por lo que ya están programados los dos próximos jueves. El próximo será con el grupo Mundo Chillón. “Es una manera de mantener la escena viva”, apunta Indio.

¿Por qué no cobrar una entrada obligatoria? “A nivel práctico teníamos este dilema, obligar o no a la gente pagar un fijo para que se acostumbrara a que la música se tiene que sostener. Nosotros necesitamos el dinero ahora mismo, el grupo también. Los músicos están en situaciones críticas. Estuvimos debatiendo durante tiempo qué precio poner. Yo sostenía que mejor no ponerle precio, ya que ha habido muchas iniciativas gratuitas. Pero, por otro lado, la reflexión fue a nivel social. Hay mucha gente que está como nosotros, sin dinero. En toda la comunicación estamos apelando a la honestidad de la gente, estamos seguros que quien quiera aportar lo va a hacer”, afirma.

Indio describe la complicada situación de salas como la suya. “La gente primero piensa en el cine, teatro, danza y luego piensa en la música. Cuando piensa en la música piensa en festivales, luego en fiestas patronales, luego en las salas de gran formato y luego en nosotros. Somos el underground del undergorund en la cultura”, afirma.

Gruta 77 tiene siete trabajadores, que ahora mismo están en ERTE excepto los dos titulares. “Si no me llega a venir a tiempo la ayuda de autónomo no habría podido pagar el alquiler. No es que estemos en una situación vulnerable ahora, si no que la vivimos desde que hemos abierto. Si sobrevivimos a esta, será realmente difícil y con mucha ayuda, subvenciones o similares. Si no, es completamente imposible”, destaca. Y reivindica el papel de salas como la suya. “La realidad es que en Madrid las salas de pequeño formato producimos el 90% de las actuaciones que hay en la ciudad. La industria de la música en directo somos nosotros, no las grandes promotoras ni festivales. Además, somo una industria estable y la del futuro ya que tocan muchos grupos que están empezando y tienen que empezar por este tipo de salas. Un Alejandro Sanz no empezó tocando en el Vicente Calderón”, concluye.

Un festival desde un estudio de grabación

Desde Cassà de la Selva, en Girona, ha nacido un nuevo festival, el AlleyFest. Rubén Berengena impulsó hace siete años los estudios de grabación 41dB Studio. “Debido al parón en seco de los conciertos con público asistente, queremos aprovechar nuestros recursos con el objetivo de que no pare la música”, explica Ismael Berengena, encargado de la comunicación del evento.

A partir del día 6 de junio han programado ya hasta 11 conciertos. “Ya se verá si la gente está dispuesta a pagar. Estamos en manos del público”, señala. La inspiración les viene de Suecia. Ismael compró una entrada online para un concierto del grupo The Baboon Show. “Flipé con la experiencia de vivir un concierto a toda pantalla y con buen sonido”, destaca. Para su evento están asociados a una plataforma que se llama Solid Tango, que ofrece todo el soporte técnico necesario. “En Suecia funciona muy bien, pero hay que ver aquí”, afirma. En aquel país, según destaca Berengena, el grupo Katatonia hizo un concierto online por 10 euros en el que vendió 8.000 entradas.

“Hacemos esto porque somos músicos y queremos ayudar a músicos, como en este país somos invisibles y no tenemos ayudas, al final no podemos hacer otra cosa que este tipo de proyectos”, señala. Desde el estudio de grabación, que tiene unos gastos fijos, van a porcentaje junto con la plataforma y la banda. “Está pensando para que si va bien, le vaya bien al grupo”, afirma.

Para el responsable de este festival, los conciertos en balcones o los directos en Instagram ya han cumplido su función y ahora no tienen mucho sentido. “Ofrecemos un diferencial sobre estos formatos, con el estudio profesional, un técnico cualificado, etc. Lo que estamos equipándonos es en tema vídeo, hemos hecho una inversión en cámaras y software”, comenta. “Quizás los streamings sean ahora un añadido más a los conciertos presenciales. Puede que se convierta en otro tipo de entrada adicional”, vaticina sobre el futuro.

Conciertos organizados por bandas

Otro tipo de iniciativa destacada es la que ha puesto en marcha la banda asturiana de punk rock Desakato. Este grupo, uno de los que más proyección tiene en los últimos años en esta escena, tocará en streaming el próximo día 4 de junio. La entrada cuesta 6 euros.  Iván de la Mata, mánager, destaca que tenían una extensa gira programada para presentar su último trabajo, “La miel de las flores muertas”, que salió el 27 de marzo. “Veníamos desde hace mes y medio pensando en hacer algo”, cuentaLa banda, que vive en Asturias, ya se encuentra en fase 2 por lo que lleva tiempo pudiendo ensayar.

“Llevamos muchos artistas haciendo conciertos en directo en sus redes sociales. Es más sencillo siendo cantautores o similares. Nosotros lo que queremos hacer es un concierto eléctrico, con su buen sonido y montaje. Somos un poco pioneros en esto pero me consta que hay más bandas que se lo están planteando”, afirma.

Desde la banda prefieren de momento mantener la sorpresa con el lugar donde se va a realizar. Eso sí, aseguran una buena escenografía, sonido e iluminación. “Va a ser un concierto único, cualquier seguidor de Desakato no ha visto nada parecido. Sabemos las limitaciones de que falta ese feeling con el público pero creo que es una buena opción para poder disfrutar de la música en directo”, destaca el mánager.

En este sentido, De La Mata señala que a nivel europeo hay bandas que se están animando y con entradas económicas. La respuesta del público, como en todos, es la gran incógnita. “No sabemos, en Madrid llenamos dos noches seguidas en una sala como La Riviera, en un concierto de este tipo no sabemos. Pero te puedo decir que una producción de este tipo es más costosa que hacer una sala de esas por ejemplo”, explica.

El mánager de la banda asturiana recuerda que hay que hacer un alquiler de materiales audiovisuales, iluminación, un local, técnicos, etc. Las entradas de su gira estaban a 15 y 18 euros, ahora son 6 euros con gastos incluidos. “Casi si cubrimos gastos nos podemos dar con un canto en los dientes, para ganar dinero no es, es para recuperar lo invertido”, afirma. “Es una piedra de toque, no sabemos si haremos más”, concluye.

Navarra, pionera desde lo público

Como hemos visto, la totalidad de eventos hasta ahora señalados parten de iniciativa privada. Pero hay una excepción. En Navarra se está desarrollando el Km Zero Musik Fest. Lo acoge el Palacio de Congresos y Auditorio de Navarra, conocido como Baluarte, en Pamplona. Es un espacio de gestión pública. Ya llevan realizados tres conciertos de pago y les quedan otros 7. Los grupos, todos locales y variados: Iker y Alfredo Piedrafita, El Columpio Asesino, Flitter o Zetak, entre otros. Las entradas cuestan 1,99 euros para un concierto y 9,99 para la programación completa.

Desde el año pasado en Navarra montamos un programa entre la Dirección General de Turismo y la de Cultura. Se crea la marca de “Reino de la música en vivo” porque ha estallado mucho la escena local en los últimos años”. Así explica Javier Lacunza, gerente de Baluarte, los antecedentes que explican el evento de estas semanas.

Lacunza comenta que empezó a ver todos los streamings gratuitos y se dio cuenta de que eran un flaco favor por poner el trabajo de manera gratuita. “Entendemos que hay que ir un paso más allá, vamos a probar eso que está ahí, que no nos atrevemos, que es el pay per view”, añade. Desde Baluarte tratan de simular un espectáculo de la manera mas fidedigna a la que ocurre en el teatro. “Le tenemos que poner un valor añadido muy fuerte a la producción audiovisual. Para todos es un espacio de experimentación. Estamos haciendo una producción a 6 cámaras, edición en vivo y con una plataforma de streaming con capacidad casi ilimitada”, destaca.

El último empujón para crear este festival viene de unas reuniones sectoriales organizadas por la Dirección General de Cultura del gobierno foral. “Habíamos madurado ya antes la idea y tras esas reuniones la programación la hicimos con las agencias de management que estaban participando, fue una labor mancomunada. Quisimos mezclar grupos más consolidados con otros emergentes”, apunta.

El nombre, “Km Zero”, tiene su simbología. Por un lado, porque se va a hablar mucho del comercio de cercanía, del turismo local y ayudar a todos los tejidos más cercanos. “Es trasladar el concepto a la música de tal manera que sea el artista local el que tiene el protagonismo”, afirma Lacunza. Luego también esta idea tiene otro significado para el propio auditorio, ya que es “una carretera que empezamos a andar”.

Respecto a la cuestión económica el proyecto tiene la venta de unos fondos públicos que permiten ponerlo en marcha y que los precios de las entradas sean tan bajos. “No pretendemos nada con esa recaudación, pero sí sacar conclusiones de los datos y publicarlos para que otra gente pueda sacar las suyas. Entendemos que siendo un servicio público también tenemos que trabajar en la línea de ayudar a todo el mundo”, afirma Lacunza. Si adelanta que en los tres primeros conciertos ya realizados han tenido una media de 190 usuarios de pago.

Las experiencias de estos conciertos son, de momento únicas. Se transmite el concierto y luego no se difunde en otro lugar. Eso sí, el resultado es donado a los artistas para que lo puedan comercializar o monetizar como ellos quieran. “Es darles otra manera de poder sacarle partido a lo que han hecho”, afirma Lacunza.

Sobre el futuro inmediato, el gerente de Baluarte destaca que a lo mejor el formato híbrido ha venido para quedarse. “No sabemos cómo va a responder el virus. Necesitamos aprender un montón de lecciones a toda velocidad porque este formato también puede valer para congresos u otros espectáculos”, señala. Lacunza reivindica que el servicio público debería ir pensando también en la emisión de este tipo de contenidos.

Fuente: Miguel Muñoz en cuartopoder.es

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