El actual sistema dominante o
establishment de las sociedades occidentales utilizaría la dictadura
invisible del consumismo compulsivo de bienes materiales para anular los
ideales del individuo primigenio y transformarlo en un ser acrítico,
miedoso y conformista que pasará a engrosar ineludiblemente las filas de
una sociedad homogénea, uniforme y fácilmente manipulable mediante las
técnicas de manipulación de masas. Así, el sociólogo y filósofo alemán
Herbert Marcuse, en su libro “El hombre Unidimensional (1.964), explica
que “la función básica de los medios es desarrollar seudo-necesidades de
bienes y servicios fabricados por las corporaciones gigantes, atando a
los individuos al carro del consumo y la pasividad política”, sistemas
políticos que serán caldo de cultivo del virus patógeno conocido como
“autos-kratos” o autocracia. La autocracia sería una forma de gobierno
ejercida por una sola persona, especie de parásito endógeno de otros
sistemas de gobierno (incluida la llamada democracia formal) que
partiendo de la crisálida de una propuesta partidista elegida mediante
elecciones libres, llegado al poder se metamorfosea en líder
Presidencialista con claros tintes totalitarios (inflexible, centralista
y autoritario), lo que confirma el aforismo de Lord Acton “El Poder
tiende a corromper y el Poder absoluto, corrompe absolutamente”.
La manipulación de las masas
Edward L. Bernays, sobrino de Sigmund
Freud y uno de los pioneros en el estudio de la psicología de masas,
escribió en su libro Propaganda (1.928), “La manipulación deliberada e
inteligente de los hábitos estructurados y de las opiniones de las masas
es un elemento importantes en las sociedades democráticas. Aquellos que
manipulan este oculto mecanismo de la sociedad constituyen un gobierno
invisible que es el verdadero poder dirigente de nuestro país. Somos
gobernados, nuestras mentes están amoldadas, nuestros gustos formados,
nuestras ideas sugeridas, en gran medida por hombres de los que nunca
hemos oído hablar”.
Asimismo, fundamenta el sustento de
todos los sistemas de gobierno en la “manipulación de la opinión
pública”, al afirmar que “los Gobiernos, ya sean monárquicos,
constitucionales, democráticos o comunistas, dependen de la aquiescencia
de la opinión pública para llevar a buen puerto sus esfuerzos y, de
hecho, el Gobierno sólo es Gobierno en virtud de esa aquiescencia
pública”. En otro de sus libros, “Cristalizando la opinión pública”,
desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la
propaganda como método para unificar su pensamiento.
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Así, según sus palabras “la mente del
grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de
pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir
su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien
confía. Este es uno de los principios más firmemente establecidos por la
psicología de masas”, por lo que la propaganda del establishment será
dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad
del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de
falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta.
Por su parte, el estadounidense Harold
Lasswell (uno de los pioneros de la “mass comunicacion research”),
estudió después de la Primera Guerra Mundial las técnicas de propaganda e
identificó una forma de manipular a las masas ( teoría de “la aguja
hipodérmica o bala mágica”), teoría plasmada en su libro “Técnicas de
propaganda en la guerra mundial (1.927) y basada en “inyectar en la
población una idea concreta con ayuda de los medios de comunicación de
masas para dirigir la opinión pública en beneficio propio y que permite
conseguir la adhesión de los individuos a su ideario político sin tener
que recurrir a la violencia”.
A ello, contribuye el encefalograma
plano de la conciencia crítica de la sociedad actual favorecida por una
práctica periodística peligrosamente mediatizada por la ausencia de la
exégesis u objetividad en los artículos de opinión y el finiquito del
código deontológico periodístico que tendría su plasmación en la
implementación de la autocensura y en la sumisión “nolis volis” a la
línea editorial de su medio de comunicación (fruto del endemismo atávico
de la servidumbre a los poderes fácticos del status quo) y que habrían
convertido al periodista en mera correa de transmisión de los postulados
del establishment o sistema dominante.
¿El consumismo compulsivo favorece el Individuo acrítico?
Hermann Hesse en su libro “El lobo
estepario” (Der Steppenwolf,1.927), plasma el sentimiento de angustia,
desesperanza y desconcierto que se apoderó de la sociedad europea en el
período entre-guerras y es un lúcido análisis sobre la locura de una
época en la que agoniza lo viejo sin que haya nacido lo nuevo. En dicha
obra critica mordazmente la sociedad burguesa ( “la decadencia de la
civilización”), dictadura invisible que anula los ideales del individuo
primigenio y le transforma en un ser acrítico, miedoso y conformista que
sedado por el consumismo compulsivo de bienes materiales pasa a
engrosar ineludiblemente las filas de una sociedad homogénea, uniforme y
fácilmente manipulable.
Así, Hesse define al burgués como “una
persona que trata siempre de colocarse en el centro, entre los extremos,
en una zona templada y agradable, sin violentas tempestades ni
tormentas. Consiguientemente , es por naturaleza una criatura de débil
impulso vital, miedoso, temiendo la entrega de sí mismo, fácil de
gobernar. Por eso ha sustituido el poder por el régimen de mayorías, la
fuerza por la ley y la responsabilidad por el sistema de votación. Es
evidente que este ser débil y asustadizo, aun existiendo en cantidad tan
considerable no puede sostenerse solo y en función de sus cualidades no
podría representar en el mundo otro papel que el de rebaño de corderos
entre lobos errantes…”.
Dichas reflexiones siguen vigentes casi
un siglo más tarde, pues la entrada en recesión de las economías
europeas ha implementado el estigma de la incertidumbre y la
incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de
Bienestar del mundo occidental, derivando posteriormente en un shock
traumático al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de
bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo y posterior
desahucio, inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva
de los subsidios sociales. Sin embargo, gracias a la interactividad que
proporcionan las redes sociales de Internet (el llamado Quinto Poder que
enlaza y ayuda a la formación de las identidades modernas), se estaría
rompiendo el endémico aislamiento y pasividad del individuo sumiso y
acrítico de las sociedades consumistas occidentales (Individuo
Unidimensional).
Así, estaría ya surgiendo un nuevo individuo reafirmado en una sólida conciencia crítica, sustentado en valores caídos en desuso pero presentes en nuestro código atávico como la solidaridad y la indignación colectiva ante la corrupción e injusticia imperantes y dispuesto a quebrantar las normas y las leyes impuestas por el sistema dominante, Individuo Multidimensional generador de un tsunami popular de denuncia del actual déficit democrático, social y de valores e instaurador del caos constructivo que terminará por diluir el opiáceo inhibidor de la conciencia crítica (consumismo compulsivo).
Fuente: Germán Gorraiz López en nuevarevolucion.es