Para evitar que haya refugiados en la calle, el Ayuntamiento los aloja en barracones en un polígono del Sur de Madrid
¬Las primeras 96 plazas están disponibles en febrero para dar respuesta a la saturación de los recursos municipales y al colapso del sistema de asilo, competencia del Gobierno de Pedro Sánchez.
¬El Consistorio impulsa un centro de emergencia con viviendas prefabricadas en un polígono industrial de Vallecas, donde ya hay otras dos instalaciones de acogida.
¬Las ONG critican la ubicación escogida para este centro gestionado por una empresa ante la sobrecarga del Samur Social: “Se destierra a estas personas a las afueras”.
El polígono de industrial de Vallecas, en el sur de
Madrid, es un avispero de coches y camiones a primera hora de la mañana.
En uno de los extremos se abre una gran explanada donde el Ayuntamiento
está ultimando la instalación de seis barracones para evitar que las
familias de refugiados con menores terminen durmiendo en la calle. Las
colas de solicitantes de asilo en la sede del Samur Social, en el centro
de la ciudad, ahora se desplazarán a las afueras. Alejados de las
calles concurridas de vecinos y viandantes.
Los
operarios trabajan a destajo desde semanas para convertir esta explanada
rasa en un centro de emergencia para los que vienen huyendo de la
persecución y los conflictos armados. La de Vallecas será la primera
puerta a la que llamarán los refugiados cuando lleguen a la capital si
el Gobierno central, el competente para atenderlos, no lo hace en los
primeros momentos.
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Es la solución que ha adoptado el Ayuntamiento de Madrid,
dirigido por PP y Ciudadanos, ante el colapso del sistema de asilo y
meses con personas a las puertas de los recursos municipales acogidas por familias del barrio de La Latina ante la falta de soluciones.
La vicealcaldesa, Begoña Villacís, justifica que es el espacio más
adecuado de la ciudad “por razones técnicas”. En las inmediaciones ya
hay otros dos centros de acogida de refugiados: el hostal Welcome
(gestionado por Cruz Roja) y otro grupo de barracones, el Vivero, que
tiene ACCEM e inauguró el Gobierno de Manuela Carmena.
Habrá
en total espacio para 300 personas, según ha explicado el delegado de
Familias, Igualdad y Bienestar Social, Pepe Aniorte. Las viviendas
prefabricadas provienen del almacén de la Agencia de la Vivienda Social
de Madrid (AVS) aunque el Consistorio va a adquirir seis nuevos módulos
para personas con movilidad reducida. La construcción está prevista en
tres fases: la primera se compone de 12 módulos (seis casas) para 96
personas que se podrán usar a partir de febrero; la segunda suma 14 para
140 usuarios, disponibles desde finales del mes que viene, y la tercera
levantará seis espacios más, de mayor tamaño, para 58 usuarios.
Cada vivienda prefabricada está formada por dos módulos con tres dormitorios en total, una cocina y un baño. En este espacio, de unos 70 metros cuadrados, se alojarán hasta 16 personas en literas. El centro tendrá un servicio de catering, enfermería, zonas comunes para los menores, y personal para el acompañamiento psicosocial, según el Ayuntamiento. El Consistorio asumirá también ayudas al transporte para desplazarse al centro de la ciudad, en función de la valoración de los trabajadores sociales, pero no iniciará el proceso de escolarización de los menores porque el “periodo de estancia es muy breve”.
Se pretende que las plazas sean “rotatorias” y los
refugiados no las ocupen durante más de 30 días. Los tiempos de espera
para tener una cita, entrar en el sistema de asilo y conseguir una
plaza, sin embargo, se dilatan mucho más. Las ONG aseguran que el
proceso se puede demorar hasta dos meses y medio. “A día de hoy, el
Gobierno de España no da respuesta a estas personas. El sistema está
colapsado”, dice Paco Garrido, coordinador de CEAR Madrid.
¿Y
entonces? Aniorte asegura que “los recursos estarán coordinados”. “No
vamos a permitir que se vayan hasta que tengan una alternativa”,
indicaba en una presentación a la prensa del futuro centro de acogida, a
la que acudía la vicealcaldesa y también la concejala de Obras, Paloma
Martín.
Gestión indirecta sin concurso público
Este
centro forma parte de la red municipal pero su gestión se ha entregado
íntegra y sin concurso público a la empresa Asispa, especializada en el
cuidado de mayores. La tramitación se ha justificado por la vía de
urgencia, dada la situación de emergencia de estas personas. El recurso
está, por tanto, fuera de la red del Samur Social, cuya plantilla está
desbordada y ya ha secundado varias jornadas de huelga y protestas por
la falta de efectivos. Los recursos de emergencia de la ciudad combinan
la gestión directa e indirecta, pero habitualmente esta segunda está
dirigida por organizaciones sociales como Cruz Roja o ACCEM.
El Ayuntamiento asegura que quiere garantizar que el espacio es “cálido”, aunque estén durante “un momento corto de su vida”. “Se trata de buscar la mayor normalidad posible dentro de la situación de excepcionalidad. Que tengan la oportunidad de volver a empezar”, sostenía la vicealcaldesa. “Alguien tenía que responder a estas familias que han tenido que dejar su casa”, decía Villacís, que volvía a reclamar al Gobierno de Pedro Sánchez medidas para atenderlos adecuadamente.
Las organizaciones sociales que trabajan con refugiados
recuerdan que este tipo de recursos de emergencia deben cumplir con unos
mínimos marcados por una directiva comunitaria para garantizar la
dignidad de los usuarios y sus derechos básicos, pese a la situación
excepcional. “A estas personas hay que garantizarles asistencia
sanitaria, acceso a la educación para los menores… Y además no separar
a las familias nunca. Ningún recurso puede incumplir ni una coma de la
norma europea”, dice Paco Garrido desde CEAR Madrid. La ONG aún no
conoce en detalle este centro de emergencia y está a la espera de que el
Consistorio le aporte información, según Garrido.
El
emplazamiento del centro es lo más cuestionado por las ONG. “La apertura
de plazas de acogida es una buena noticia. Es absolutamente necesario
pero demandamos un plan de inclusión de las personas refugiadas.
Eligiendo este sitio las destierran a las afueras de las ciudades, a un
barrio que además ya soporta una presión asistencial altísima”, afirma
Patricia Fernández, abogada de la ONG Coordinadora de Barrios.
Desde
CEAR añaden que “se aconseja que exista una comunicación adecuada de
los emplazamientos con los centros urbanos y los recursos donde puedan
desarrollar su día a día”. “Las personas deben poder llevar a cabo su
proceso en un lugar que no sea estigmatizador, no en un descampado donde
no haya nada”, dice Garrido.
Con estas nuevas plazas, el Consistorio pretende dar una respuesta al elevado número de solicitantes de asilo que llegan a la ciudad de Madrid, principalmente venezolanos, y descongestionar también algunos recursos municipales. En el Centro Municipal de Urgencias Sociales de Madrid (CEMUS), un espacio pensado para alojamientos de emergencia como los que se realizan tras el hundimiento de un edificio, los solicitantes de asilo también se agolpan. No es novedad: durante el mandato de Manuela Carmena también vivieron hacinados en sus instalaciones.
Fuente: Sofia Pérez Mendoza en eldiario.es