No se alarmen: Aznar habló del Movimiento Vasco de Liberación hace veinticinco años cuando ETA seguía operativa

Ponemos la tele y vemos al presidente del gobierno español redefinir a ETA como un Movimiento Vasco de Liberación. ¿Qué dirían los dirigentes de Vox y el Partido Popular? ¿Propondrían su inhabilitación para ejercer el cargo? ¿Desacreditarían a la democracia española en Europa? ¿En su coleto interno les gustaría reclamar la intervención de las Fuerzas Armadas o asaltar La Moncloa con el Pinochet de turno? ¿Añorarían los tiempos del Caudillo con su democracia orgánica y su sindicalismo vertical?

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Que no suenen las alarmas. Las imágenes datan de hace veinticinco años y son por lo tanto de archivo? De una hemeroteca que todavía no ha sido trucada porque una Infodemia que malversa los avances tecnológicos. Junto a Yasir Arafat, el histórico líder palestino, el presidente José María Aznar, calificó así a la organización terrorista en público, mientras intentaba negociar su cese y hablaba catalán en la intimidad.

Cualquier eslogan o vileza valen para conseguir ese objetivo, instaurar una ley de la selva para beneficio del más fuerte o astuto, el paraíso del neoliberalismo sin complejos

Aznar suele mantener sus asertos. Pensemos por ejemplo en el pretexto utilizado para invadir Irak o en la masacre terrorista del 11M. En 1998 quiso presentarse como un gran estadista que podía mostrarse generoso con ETA, si abandonaba las armas y defendía sus ideas políticas en los parlamentos democráticos, como Pertur había propuesto en su día, no mucho después de atentar contra Carrero Blanco (acaso con la connivencia del servicio secreto estadounidense).

¿A qué viene recordarlo ahora? Quizá porque sus palabras pudieran tener algún sentido en cierto contexto político y en cualquier caso nadie le crucificó por ellas, porque la prioridad era terminar con unas muertes absurdas y una espiral de violencia que hacía peligrar nuestra convivencia. El pacto antiterrorista lo propuso un líder de la oposición llamado José Luis Rodríguez Zapatero, bajo cuyo gobierno capítulo la organización terrorista, con Alfredo Pérez Rubalcaba en el Ministerio del Interior, Patxi López de Lehendakari y Josu Jon Imaz al frente del PNV.

En Euskadi los más jóvenes ni siquiera saben que se ponían bombas indiscriminadamente para liberar a su pueblo de una democracia e instaurar un régimen totalitario impuesto por las armas, como hizo el Generalísimo Franco con su golpe militar contra la República española. Por supuesto las víctimas continúan echando de menos a sus allegados, que murieron por algo tan absurdo y delirante como una patraña ideológica. Conviene ver la película Maixabel o leer la novela Patria de Aramburu para recrear aquella época tan siniestra.

Bildu demuestra tener dudoso gusto político al reclutar en sus listas electorales a condenados por delitos de sangre para representar su ideario, al margen de que hayan cumplido sus condenas y recuperado sus derechos cívicos íntegramente, siendo esto algo que no pueden hacer sus víctimas. Dicho esto, que se reclame su ilegalización para sustentar una campaña electoral vacía de contenidos o se reproche al partido bajo cuyo mandato se desmanteló ETA su connivencia con los filoetarras, no es nada bueno para nuestra democracia.

Se diría que quienes utilizan este áspero y estéril argumentario no tienen ideas en sus respectivos programas políticos y demuestran un escaso sentido institucional. Eso es lo que ocurre cuando tu mayor interés político se centra en desmantelar la esfera pública para privatizarlo absolutamente todo.

Cualquier eslogan o vileza valen para conseguir ese objetivo, instaurar una ley de la selva para beneficio del más fuerte o astuto, el paraíso del neoliberalismo sin complejos.

Fuente: Roberto R. Aramayo en nuevatribuna.es

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